La exposición presenta el comer como alimento, como acto social y como manifestación cultural y artística. Un recorrido por la relación que ha habido entre la comida y el arte desde el siglo XVII con las famosas 'naturalezas muertas' a la actualidad con Ferran Adrià, haciendo especial énfasis en las propuestas de los años 60 y 70, cuando 'el comer' se manifestó con nuevos materiales y conductas, cuando se traspasó la frontera de la contemplación y se invitó a la participación.
El recorrido de la exposición comienza con una sucesión de bodegones llenos de objetos inanimados (flores, frutos, objetos de cocina...) que causaron furor en la pintura flamenca. Éste género adquiere movilidad gracias a los increíbles vídeos de Sam Taylor Wood y del israelí Ori Gersht.
Un segundo ámbito se centra en la subversión de géneros, técnicas y materiales que se impusieron con la llegada de las vanguardias poniendo en tela de juicio el concepto de 'alta cultura'. De ese modo, el cubismo ofrece en sus bodegones alegorías de la vida moderna; el futurismo propugna que los alimentos, como las imágenes, pueden proporcionar al público experiencias extraordinarias e insólitas; el surrealismo aboca la finalidad del objeto en sus comestibilidad y por último, el ready-made de Duchamp ironiza sobre la tradición del arte.
En los sesenta se trabaja el concepto y la idea de comer, elevando la comida a la categoría de obra de arte y situando los alimentos reales como material de creación. Además surge una corriente de artistas que convierten las cocinas en laboratorios de investigación artística como Miralda, Gordon Matta-Clark o Spoerri, incluso, llegaron a transformar galerías y museos en cocinas y comedores, y a los participantes en comensales.
Por ejemplo, Spoerri, figura clave del nuevo realismo y de la estética del objeto encontrado, se basó en la concepción del ready-made y ejerciendo como chef, preparando comidas que servían críticos de arte, realizó acciones con 'cuadros-trampa', unas piezas consistentes en la fijación y conservación de las mesas tal y como las dejaban los clientes después de comer.
El último ámbito es uno de los más destacados, está dedicado a Ferran Adrià. El cocinero que participó en la Documenta 12 (2007) plantea el debate sobre la cocina como creatividad y trastoca aún más el límite entre la gastronomía y el arte. Éste aspecto de creatividad en el ámbito de la gastronomía, es la reivindicación que se muestra en este ámbito. Adrià defiende que él hace uso de la cocina como lenguaje, igual que otro creativo usa el hierro, otro el óleo u otro una cámara fotográfica. Y es que no cabe duda que la gastronomía es uno de los ámbitos de la cultura donde la creatividad ha alcanzado los niveles más altos de excelencia e innovación. Pero sobre todo, una de las cosas que más me llamaron la atención de este ámbito fue la influencia de Adrià, su energía creativa ha atraído a artistas, escritores, compositores y críticos de arte que basándose en su creatividad han creado ellos mismos otras obras: fotografías, textos, incluso, composiciones basadas en sus platos.
De esta exposición hablé esta semana en Radio Blanes, donde participo cada miércoles con unos minutos de cultura :)