Las evidencias que apuntan el papel relevante que desempeñan los genes en la predisposición a la conducta suicida son cada vez mayores", explica Mercedes Pérez-Rodríguez, coautora del estudio e investigadora en el Hospital Monte Sinaí de Nueva York, en Estados Unidos. Las investigaciones realizadas hasta ahora muestran que cerca del 40% de la variabilidad en la conducta suicida podría tener una base genética. El objetivo del trabajo que ha publicado el American Journal of Medical Genetics era identificar un modelo que discriminara entre aquellos individuos con y sin antecedentes de intentos de suicidio.
En lugar de centrarse en unos pocos genes candidatos tradicionales, los científicos examinaron un conjunto de 840 polimorfismos funcionales de un solo nucleótido (SNPs) presente en 312 genes expresados en el cerebro. "Los SNPs fueron analizados en hombres con un trastorno psiquiátrico diagnosticado y los resultados son prometedores", señala Pérez-Rodríguez, quien describe cómo con un algoritmo basado en tres SNPs de tres genes distintos su equipo clasificó correctamente el 69% de los pacientes. "Las características predictivas de este algoritmo para la estimación del riesgo de suicidio superan a las de los modelos más desarollados"