Existe una epidemia soterrada de muertes por el consumo de medicamentos. Y ello es posible porque quienes los fabrican ocultan de manera sistemática datos sobre su seguridad. Pero la población, los científicos y las autoridades sanitarias, están cada vez más cansados de la situación.
Durante 2013 se produjeron 3.174 notificaciones de reacciones adversas a medicamentos, la mayoría comunicada por los profesionales sanitarios pese a que la ciudadanía puede notificar cada daño que le produzca un fármaco mediante esta web de la Agencia Española de Medicamentos. Existen dificultades para comunicar de manera eficiente estos efectos, lo que torpedea la función de la farmacovigilancia.
La cifra de notificaciones puede parecer muy alta pero es al contrario, muy baja. Se calcula que en España mueren cada año alrededor de 12.000 personas por daños provocados por fármacos y esas 3.174 incluyen todas las reacciones adversas, leves, graves y muertes. El dato de fallecimientos en Europa es cerca de 200.000 anuales. Una pasada. Comparad estas cifras con las de muerte por ébola en todo el mundo o las alcanzadas por accidentes de automóviles o las que se llevó por delante la gripe A. Cada día en la Unión Europea hay 548 muertos por medicamentos (75 por el tráfico automovilístico).
Una de las claves para entender esta epidemia de iatrogenia, daños provocados por los tratamientos y prácticas sanitarias, es que los fabricantes ocultan de manera deliberada y constante datos de seguridad de sus productos que encuentran en los ensayos clínicos. Estos los realizan para justificar que lo que venden posee “evidencia científica”.
La evidencia como marketing que comentaba con el médico Peter Götzsche cuando vino a presentar a Madrid su libro Medicamentos que matan y crimen organizado. Cómo las grandes farmacéuticas han corrompido el sistema de salud.
Para conocer todos los datos de los trabajos de las farmacéuticas es necesario que se publiquen y para ello existe una base de datos de ensayos clínicos en curso (en periodo de realización), donde normalmente se registran todos los análisis clínicos (aunque no es obligatorio, sí es bien visto por la comunidad científica).
Mal que le pese a la industria farmacéutica caminamos haca una era de transparencia. No puede ser que un sector que presume de ser clave para la salud de las personas sea año tras año el más opaco, el menos transparente.
La comunidad científica y la población en general presiona para saber toda la verdad sobre los medicamentos. Literalmente, nos va la vida en ello. Y en el ámbito de las autoridades sanitarias se han dado cuenta y comienza a actuar pese a sus muchos conflictos de intereses y presiones.
Los laboratorios se agarran a la excusa del “secreto comercial” para no soltar datos de sus ensayos sobre medicamentos. En las agencias de regulación de fármacos cada están más cansados de los ocultamientos deliberados de la industria, de ahí que la Agencia Europea de Medicamentos avise: decidir qué información comercial sobre fármacos es confidencial es cosa suya.