Llega otra Navidad. Las calles lucen en todo su esplendor con sus bombillas de colores, los escaparates atraen la atención de la gente que se paran ante ellos pensando, quizá, en si alguna de las cosas que en ellos se exponen será adecuado para regalar a alguien de la familia.
La gente va de un lado a otro comprando artículos y entrando en las tiendas, en las que suenan sin parar los villancicos.
Estrés, prisas con las compras de última hora, la visa que ya echa humo de tanto usarla (luego vendrán los quebraderos de cabeza para pagar las facturas al mes siguiente), despensas a tope de comidas y dulces, calles repletas de personas cargando con paquetes y bolsas...
Llegan las dudas en la elección de los regalos y en la de los menús Navideños, sobre todo teniendo mucho cuidado en no pasarse del presupuesto, porque la mayoría de españoles, de una forma u otra, estamos padeciendo la crisis.
Pero este artículo lo quiero dedicar a otras personas y desear de corazón que ocurra un milagro y pasen unas Felices Fiestas.
- A aquellas que este año no podrán ni siquiera degustar una pequeña pieza de turrón, porque a duras penas pueden siquiera alimentarse. Esto lo he podido comprobar por mí misma este año, ya que colaboro como voluntaria de Cruz Roja repartiendo alimentos y hay familias que tendrán que pasar con lo que les damos.
- A aquellas personas que pasarán las Fiestas Navideñas con una orden desahucio pendiente sobre sus cabezas, sin saber si pasarán la Navidad o el Año Nuevo en la que hasta ese momento era su hogar.
- A aquellas personas que ya han perdido su casa y no tienen un techo donde cobijarse del frío.
- A esos niños que, en su corta edad, no entienden porque Papa Noel, o los Reyes Magos, no pueden pasar por su casa a dejar un regalo.
- A esos abuelos que en la Cena de Nochebuena cenarán un bocadillo de mortadela para poder hacer un regalo a sus nietos.
- A esa madre que en estas fiestas hace milagros para preparar un menú con el dinero que antes se gastaba en polvorones.
- A los que están sin trabajo y están hundidos en un túnel negro como la boca del lobo.
- A todos los que lo están pasando mal por cualquier motivo.
- A todas las personas que luchan para hacer justicia y por la dignidad de las personas.
Son tantos... tantos... que me gustaría que no fuera real, que sólo fuera una terrible pesadilla. Por eso, si es posible, es importante una pequeña ayuda, cualquiera: desde un juguete usado, alimentos, una prenda de ropa, algún dulce,cualquier cosa para hacer menos duras estas fechas tan señaladas.
Hace poco, mientras iba por la calle realizando mis recados,vi una señora de unos 60 años, de aspecto normal y cuidado, sentada en un taburete en la puerta de un comercio con un carrito de la compra al lado. Tenía en la mano estampitas de santos y calendarios pequeños. Ese era un día muy frío; me acerqué y le dije: -Señora, hace mucho frío para estar en la calle-.
Mientras tanto yo abría mi monedero para darle algunas monedas.La mujer me contó que tenía a su hijo de 22 años enfermo de cáncer y que acababan de cortarle la luz. Que llevaban noches sin cenar y apenas tenían para comer. Tenía los ojos rojos de llorar... y lo peor de todo es que creo que es una señora que lleva en el pueblo toda la vida.
Me fui con mucha tristeza y rabia por las situaciones que se ven a diario y continué con mis recados y asuntos, pero a la vuelta no pude evitarlo y volví a pasar por donde se encontraba la mujer. Entré en la tienda y compré huevos, salchichas, fiambre, pollo... y se lo dí a la pobre señora que cuando me vio con la bolsa rompió a llorar desconsolada dándome las gracias y diciendo que ese día podrían comer algo decente.
Fue tremendo.
Ojalá todo esto cambie, pero mientras hayan intereses, codicia y egoísmo en las altas esferas y en la política, mucho me temo que las cosas seguirán como hasta ahora... o incluso peor.