Volví al pasado, me encontré en el mismo portal de aquel edificio que se levantaba majestuoso 20 años atrás y sentí la sensación de que todo seguía igual, parecía que nada había cambiado, que los relojes habían detenido su sonoros tic-tacs y no había transcurrido el tiempo.
Unas lujosas oficinas, talleres, salas de juntas, exposiciones, almacenes, cualesquiera de las estancias que guardaban sus muros eran dignas de un verdadero palacio, algunas de ellas sacadas de los cuentos de Oriente. Quienes entraban por primera vez y a veces siempre, quedaban admirados. Lujosos suelos de caros mármoles, lámparas dignas de verdaderos palacios, alfombras maravillosas, espejos y cristales por doquier, las paredes de maderas exóticas traídas desde países lejanos, despachos y salas de juntas decoradas con fastuosidad y a la vez elegancia, completadas con elementos y objetos relativos a los productos que comercializábamos: relojes japoneses.
Dicen que recordar es volver a pasar por el corazón algo que alguna vez estuvo allí......y durante unas horas muy intensas, recordé mientras realizaba un recorrido nostálgico a un pasado muy lejano en el tiempo, volviendo a una época que me marcó profesionalmente y como ser humano. Pude recordar instantes vividos y muchos otros que creía perdidos en mi memoria, cada uno sin rencor, sin añoranzas pero con emoción y orgullo.
Un lugar hoy vacío, sin luz, sin muebles, todo en silencio, lleno de polvo y desnudez por el que fui caminando y sentí nostalgia (nostalgía viene del griego antiguo, compuesta por dos palabras, regreso y dolor)....
¿Era mi imaginación o se volvieron a encender las luces de cada planta? ¡no podía ser! escuchaba el rumor de las voces de los empleados, de los compañeros, sonaba la máquina de fichar en la entrada, el ruido de sus pasos por las escaleras, se cerraban y abrían las puertas y sentí subir las correderas de los escaparates, cada cual se dirigía a su departamento correspondiente. Presté atención, me paré un segundo y pude oír como cada estancia cobraba vida, oía de fondo el continuo e insistente timbrar de los teléfonos: ¡ Buenos días, Orient dígame !
Resonaba el teclear de las máquinas de escribir al unísono con el motor de aquellos enormes ordenadores junto con el incesante martilleo de los teletipos y los aparatos propios de los talleres de relojería. Todos estaban alli, nada había cambiado
Decía Nelson Mandela: "No hay nada como volver a un lugar que no ha cambiado, para darte cuenta de cuánto has cambiado tu".....y con ésta vuelta a mis antiguas oficinas, yo me he podido comprobar que en aquel lugar todo ha cambiando y ello me ha confirmado cuánto he cambiado yo. Aunque en el fondo sigo siendo la misma de entonces, pero ya no sólo me reconozco como Toñi Sánchez de Orient,
Vuelvo y vuelvo, una y otra vez también en mi cocina, me encanta volver a la gastronomía de mis mayores, a la cocina de mi abuela, a la de mi madre, a mis origenes marengos, a recordar con satisfacción y alegría los aromas, los sabores, las recetas que alimentaban el cuerpo y el alma de quienes disfrutábamos sus platos.
Una de ésas recetas marengas que tanto ellas, como mi tio Antonio (hermano mayor de mi madre, patrón de barco y magnifico cocinero preparaba en sus largas travesías márítimas), solían preparar como buenos paleños, los llamados fideos a la parte o fideos "a banda".
Quizás muchos no conozcan el origen de los nombres de ésta receta. Les cuento: A la parte, se decía porque por un lado se servía el pescado y aparte los fideos.....Y se denominaba también "a banda" cuando el pescado o marisco se colocaba al lado, en el mismo plato. Las "bandas" son cada una de las mitades, babor y estribor, en que se divide un barco a partir de la línea de crujía; ésta es una línea imaginaria que divide de proa a popa, en dos mitades simétricas una embarcación.
La costumbre de servir el pescado o marisco a "banda" de los fideos, creando una línea imaginaría que dividía los dos productos, le dio nombre a la receta en sí.
Sea como fuere, les animo a degustar éstos riquisimos fideos con chopitos,
INGREDIENTES PARA DOS PERSONAS:
Cuatro puñados (los que me caben en un puño, aproximadamente unos 160 grms.) de fideos "O", caldo de pescado (la cantidad más o menos, el doble de volumen de fideos, suelo echar unos ocho cucharones), sal, cuatro cucharadas soperas de aceite de oliva virgen extra, medio kilo de chopitos (pequeñas jibias), una guindilla pequeña (pimiento chile), un sofrito de verduras y ali-oli para acompañar.
PARA REALIZAR EL CALDO:
PARA EL SOFRITO:
Cuatro cucharadas soperas de aceite de oliva virgen extra, medio pimiento rojo, un pimiento verde (tipo italiano), un tomate grande maduro, dos dientes de ajo, una cucharada pequeña de pimentón (pimiento dulce molido) y sal.
PARA REALIZAR EL ALI-OLI:
Un huevo, una cucharada pequeña de sal, un diente de ajo y un vaso de aceite de oliva virgen extra.
LOS PASOS A SEGUIR:
En el vaso de la batidora echar el huevo, el diente de ajo (pelado previamente y troceado), el aceite de oliva virgen extra y salar al gusto. Batir a máxima potencia hasta conseguir que quede una mayonesa espesa y consistente. Pasarla al cuenco donde se vaya a servir y conservar en el frigorífico.
Pelar el puerro, enjuagarlo bien; pelar la cebolla y las zanahorias cortando todo en trozos pequeños.
En una cacerola poner el agua a hervir, introducir las espinas de la rosada, llevar a ebullición y espumerear las veces que sea necesario hasta que el caldo quede limpio de impurezas. Añadir la cebolla, el puerro, las zanahoias, las hojas de laurel, la pimienta en grano y dejar cocer durante una media hora. Si fuese necesario añadir más agua, que ésta esté caliente. Salar al gusto.
Mientras se hace el caldo, limpiar las pequeñas jibias, sacándoles el "jibión" que tienen en su interior, con cuidado de no romper el cuerpo y no separar la cabeza y las patas de forma que el chopito quede entero.
¡¡ Buen provecho, disfruten de la gastronomía malagueña !!