Hoy nos llamó poderosamente la atención un folleto de los que se ponen en los tablones de anuncios de nuestros hospitales, pretendiendo, suponemos, captar clientes de entre los pacientes que acuden a los mismos. Ante la suposición de que algunos de ellos estarán insatisfechos con el tratamiento recibido, o que quieran complementarlo o prolongarlo tras el alta. Sea como fuere, en el folleto aludido se ofertaba atención a los lesionados cerebrales y sin la mención entre ella de la fisioterapia.
No es que consideremos la fisioterapia como algo imprescindible ni que nos impregnemos del egocentrismo profesional llevados por un entusiasmo ingenuo por nuestas habilidades. Pero sí nos percatamos de que se ofrece en dicha publicidad tratamiento de neuropsicología, terapia ocupacional y logopedia y no de otras terapias. Bien puede ser que no dispongan de medios para ello y no sea una omisión deliberada. Sin embargo, en la publicidad, bajo el epígrafe de Terapia Ocupacional, se propone “rehabilitación respiratoria y cardiaca”, “rehabilitación de los miembros superiores”, “reeducación de la marcha”; y bajo el encabezamiento de Logopedia tratamiento miofuncional. Insistimos en no pretender ser acaparadores o exclusivistas, pero resulta difícil concebir una rehabilitación respiratoria sin fisioterapia respiratoria, una reeducación de la marcha sin el abordaje de los problemas de tono, coordinación, o fuerza de miembros inferiores, al igual que en el caso de de los miembros superiores. Y estos problemas requieren, creemos, fisioterapia.
El asunto tiene más calado que un queja por esa propaganda. Vemos desde hace años como se intenta asumir tratamientos propios de la fisioterapia (movilización pasiva, movilidad activa y resistida, masoterapia) por otras disciplinas. No es nuestra intención determinar el marco conceptual y las actividades de otras profesiones. Sería una osadía imprudente para la que no tenemos tiempo. Y entendemos que entre profesionales que comparten pacientes puedan surgir conflictos (lo tratamos en otra entrada(1)). También que las disciplinas sanitarias tengan a veces fronteras difusas. Pero la interdisciplinariedad implica disciplinas diferenciadas, con campo de conocimientos y competencias específicas distintas. También creemos que la pasividad de los fisioterapeutas ha permitido esos adentramientos en sus tareas desarrolladas de manera natural y habitual. Actitudes abiertas, cooperativas, bienintencionadas en origen han patrocinado que profesionales distintos crean que pueden hacer lo mismo (pensamos en organizaciones como las que forman en tratamiento de lesionados neurológicos). Y así hemos llegado a situaciones como la que originó esta reflexión. Una fisioterapia sin fisioterapeuta. En un contexto de falta de empleo y sin necesidad aparente. Y nos planteamos cómo se enfoca esto desde la universidad. Porque algunos estudiantes parecen no entender cuáles son las competencias de cada profesional y, lo más comprometido, cuál es la esencia, lo propio de su tarea, lo que incumbe a su identidad como fisioterapeutas.
Somos un grupo numeroso pero, además, creemos que debemos ser ambiciosos en la conservación de sus competencias, en la expansión de las mismas, con una conciencia clara de nuestras limitaciones, respetuosos con los demás profesionales y exigentes de un respeto mútuo. Seguros de que la mejor fisioterapia ha de ser la llevada a cabo por un fisioterapeuta. Tiene sentido, ¿no?.
Referencias:
1. González García JA. El conflicto interprofesional (I). En Fisioterapia. http://www.madrimasd.org/blogs/fisioterapia/2011/06/14/el-conflicto-interprofesional/. Acceso 3 de noviembe de 2011.
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