Texto: Sonia Lozano y Joxean López
Mírale, cansado, con los hombros hundidos, vencido por lo que le ocurre y sin ánimo ni fuerzas para luchar. A menudo ha probado soluciones pero últimamente hasta él reconoce que no tiene ilusión ni para intentarlo, no pone “toda la carne en el asador” porque vive de puntillas. A esto ha quedado reducido. Tal vez haya sido una enfermedad; quizás un revés económico pero en cualquier caso no quiere seguir intentándolo porque ya no hay solución.
Desde luego que no está tan hundido como su compañero el Castaño Dulce, ni tan desmotivado como Escaramujo, pero la verdad es que los tres juntos suelen tomar el café de las 5 en el mismo bar. Simplemente que si lo intenta será por agradar a alguien, para que su familia se quede tranquila y no piensen que no han hecho lo bastante; es por ellos por quienes lo hace porque nada tiene solución…¡Ya nada es lo que era!
No tiene ganas de sentarse a lamentarse, de hecho ni siquiera se queja desde hace tiempo ahora que lo piensa… No es que quiera estar enfermo, es más bien que se ha acostumbrado a estarlo. Alguna vez Achicoria se acerca por el bar y emplea sus truquitos de “estoy mal, dedícate a mí” y le repatea escucharlo. Él no es así. De hecho podría decirse que está cerca de la aceptación. “Estoy así, es para siempre”-no como Castaño Dulce que llega opinando que sólo le queda morirse,¡vaya negativo! Si esto se aguanta…-, el conformismo ha hecho presa de él.
De vez en cuando llega por allí Haya pontificándolo todo y diciéndole eso de “Tú estás depre, tío”. Tal vez. Sólo sabe que es para toda la vida porque esto no tiene solución. Su amiga Mostaza también lo ve todo negro pero encima hasta ella reconoce que no tiene motivo sin embargo él… Por si no le hemos presentado se llama Aulaga. Es como la flor que crece lo mismo en el monte que a la vera de las autopistas: pequeña, con espinas y que florece prácticamente todo el año. De hecho como todas las flores amarillas atrae la luz del sol proporcionando una salida al pesimismo, el milagro que en el fondo están esperando que les saque de su miseria y aflicción que no es sino su forma destructiva de ver lo que ocurre.
No caigamos en el error de echárselo en cara porque en definitiva a nadie le gusta estar en una situación triste, hundida y pesimista esperando el milagro de fuera y que encima le vengan a contar que la solución es enfocarlo de forma distinta: Aulaga le mandará a freir espárragos y encima no cambiará su forma de ser, sólo se encerrará aún más en su mundo de mutismo e indiferencia que es el grupo en el que Bach la catalogó. No nos engañemos: Aulaga tiene fuerza, sólo le falta dirección y esperanza. La fe que según la Biblia mueve montañas a él se le ha escapado por el valle de al lado.
Y por eso necesita este remedio. Para soportar diagnósticos que digan eso de “es para siempre”, la impotencia ante medicaciones “para toda la vida”, la frustración ante la dependencia de un trabajo o una relación que no llega a nada y que lo único que hace es volvernos más conformistas, más grises, más indiferentes a la Vida que realmente hemos venido a vivir y no a asegurar en forma de comodidad y rutina.
Todos pensamos que en el lecho de muerte si pudiéramos volver la vista atrás nos gustaría esbozar una sonrisa y decir: “mereció la pena”. Para saber que por fín hemos expirado diciendo aquello de “He vivido. A pesar de no ser perfecta, a pesar de las dificultades o de la angustia o de los cambios o de las limitaciones o del dolor o quizás debido a ello… ¡¡¡¡¡HE VIVIDO!!!!”
Por eso 3 gotas de elixir floral de aulaga nos separan de una vida indiferente, en la que las cosas que no nos gustan son para siempre y las buenas son efímeras para convertirlo todo en una explosión que realmente merezca la pena en lo bueno y en lo malo.