Por: Eduardo Lora CuetoFotos: César García Garzón
Cuando los semáforos pierden todo tipo de autoridad y funcionan sin que nadie obedezca, la carrera 44 está lista para memorar. Los carros antiguos hacen la apertura del desfile, seguido de los vistosos tráilers que una y otra vez repetían que son carpinteros y dan “serrucho”, inicia la Batalla de Flores del recuerdo.
Así, evocando a este peculiar personaje, Julián Olmos celebra que lleva 60 años de vida Carnavaleando sin parar: “Nací domingo de Carnaval, 7 de febrero de 1954. Son 60 ya, 6to piso mi hermanito, aquí dándole para estar elegante en el Carnaval de Barranquilla y seguir rumbeando porque Chucho me dijo: usted tiene visa aquí en el apartamento azul hasta el 2099, siga gozando”. Y así, entre risas y sonrisas, Julián recuerda que lo que más le llama la atención de su personaje es que “el man na’más tenía miserables 1.700 muertos entre pechito y espalda”.
“Este disfraz lo hizo un abuelito mío con los dos macheticos, yo lo pillé y saqué uno. Llevo 15 congos de oro ganados”, comenta.
La fantasía es otra de las cualidades que se destacan, pues hacer creer lo que no es, es una virtud inalienable de quienes llevan toda una vida desfilando sobre el asfalto. En medio de aplausos y ovaciones, llega José Escorcia cazando pájaros de hule que inocentemente lanzan unos niños que lo acompañan con una agilidad “furiosa y segura”, desde hace 15 años.
Y si hablamos de recordar, Jhony Conrado y su grupo, lo hicieron realidad, pues con su parodia de la famosa película Grease, Sandy Olson y Danny Zuko se multiplicaron para bailar al ritmo del rock and roll de los años 60’s. Hombres con hombres bailaban al compás de ‘Summer Nights’ con exagerada picardía y sensualidad para burlarse de esta historia de amor que aún se evoca en sketchs y bailes de colegio.
Por otra parte, la sangre es uno de los elementos que no puede faltar en las fiestas del Dios Momo, pues con ella, los actantes causan impresión en los espectadores que van en busca de elementos reales impregnados de ficción. Este año, la Escuela de automovilismo AS REALES dejó un claro mensaje de las consecuencias de ingerir licor y luego manejar, evocando con sangre, mucha sangre, el estado en el que podría quedar alguno que cometa tal osadía.
Los bailes engalanan siempre los desfiles y a ritmo de tambores, tamboras, flautas, gaitas, alegres, llamadores y demás, la gente goza viendo gozar a quien baila y expresa su felicidad a través de términos como: “Juepajé”. Así lo hacen en la cumbia, tradicionalmente llamada “La mae de las danzas” por ser un referente de ciudad ante el mundo, pero Matilde Posada De Fernández, Directora de Cumbiamberitos de San José, la considera “El pae”. Sea “Mae” o sea “Pae”, sin cumbia, sin la inmortal cumbia, no se podría realizar un desfile de tradición tal como lo es la Batalla de Flores del Recuerdo.
“El Carnaval es uno solo pero sucede que este desfile es una alternativa para el pueblo, este es el carnaval del bordillo, el del verdadero goce goce, en donde ves que se junta la gente blanca, negra, de todos los colores, de todas las razas sin ningún distingo, y donde se baila con el verdadero hacedor del Carnaval”, sostiene Matilde quien con orgullo dirige a “Cumbiamberitos” hace más de 15 años, y hoy día, son parte del semillero que pretende sembrar el Carnaval, para que las generaciones venideras, preserven lo que fue, lo que es y lo que será, aunque no hayan siquiera flores marchitas para repartir, aunque un tambor se cambie por un “Beep” y aunque la memoria intente olvidar las verdaderas tradiciones.