Recuerdo como si fuera ayer, cuando hace ya unos años, Judit me llamó y me dijo: "nena, és una sèrie per a tu. Fes-me cas!" Yo siempre le hago caso. Y le estaré eternamente agradecida, porque sé a día de hoy, y con muchas series con las que deleitarme por delante, que Mad Men "es mi serie".
De todos los artículos que he leído esta semana me quedo con dos de El Periódico de Juan Manuel Freire y Raquel Crisóstomo. El primero dice una frase que llevo pensando durante 7 temporadas, al verla escrita me ha sorprendido gratamente. Hay más gente que ha sentido lo mismo que yo. Mad Men es una serie lenta, de planos estudiados, de miradas llenas de mensaje, de escenarios sin vacíos, de momentos de parón en mitad de un episodio: para pensar, reflexionar. Es como si cada episodio fuera una película, una película Wong Kar-Wai. ¡Sí! Eso pensé yo. Cada episodio ha sido como leer un poema, como tener que pensar en cuanto acababa todo lo que había detrás de cada escena, de cada diálogo. Una necesidad de volver a releer, entre líneas, de volver a visionar para no perder detalle de todo lo que querían decir esas miradas, esas lágrimas. Eso es Mad Men, nada es porque sí, ni superficial, todo tiene sentido. Y por eso, cada capítulo ha dado su patadita en el hígado, porque nos ha conectado con nuestro yo de más adentro, con nuestra vida de verdad, con los que nos rodean de verdad.
Hemos dicho adiós a la era Mad Men. Ya no esperaremos el siguiente paso de Don, no sabremos nada más de ellos. Y nos queda ese vacío, ese nudo que deja siempre la despedida. Sólo nos queda esperar a que salga en bluray, comprarla y emocionarnos perpetuamente en el bucle de darle al PLAY de nuevo. Sólo nos queda leer sobre el fenómeno que ha supuesto en el mundo de las series de televisión y en nuestras propias vidas. Yo tengo aquí ya el Mad Men o la frágil belleza de los sueños en Madison Avenue de Errata Naturae. Para empaparme de su recuerdo y seguir disfrutando de ella.
Porque los amantes de la publicidad hemos disfrutado como locos, ¡si en mis años de carrera la hubiera tenido ya!! Porque hemos vivido una introspección tan bestia con todos ellos que vale la pena dedicarle un post (¡ya es el segundo!). Porque nos despedimos de ellos y queremos a Don, a Sally, a Betty, a Peggy... porque han sido personas como nosotros y nos han enseñado a mirar para adentro y a nuestro alrededor.
No hay spoilers, sólo necesidad de despedirme desde l'Atelier. Adiós Don, hasta siempre.Dedicado a aquellos que han compartido las vivencias en Sterling Cooper Draper Pryce conmigo, ya sabéis, siempre nos quedará Dick en los corazones.