Con el tiempo Sara se dio cuenta de que en el fondo lo que le pasaba a ella no era tan especial como se creía. La mayoría sufría del mismo mal, los cambios aterraban a la gente y muy pocos eran los que se atrevían a salir de su zona confort. Aunque a decir verdad empezar a comprender que no era la única que sufría de ese mal no suponía ningún consuelo o alivio para ella.
Lo cierto es que si bien eran pocos los que se atrevían a salir de su zona de comodidad, eran todavía menos los que no se conformaban con dar sólo el primer paso. Aquellos que se atrevían a alargar sus comienzos hasta convertirlos en hábitos.
Sara lo hizo, vaya si lo hizo!
Comprendió que si era capaz de mantener una rutina de comportamiento durante un periodo de tiempo esta se volvía imparable, incontenible. Descubrió que los hábitos forjan tu carácter y el carácter tu destino.