Agua, vinagre, azúcar y lejía es todo lo que necesitamos.
Por cada medio litro de agua añadiremos una cucharada mediana de vinagre, que contrarrestará la alcalinidad del líquido elemento, permitiendo así que las flores la absorban mejor, además de ayudar a que los pétalos no pierdan su color. Otra cucharada igual de azúcar que aportará la glucosa que la planta necesita y, por último, dos gotas de lejía que actuarán como anti bacteriano, impidiendo que el agua se estropee y los tallos se marchiten, con el consiguiente mal olor que ello conlleva...
¡Y funciona! Aquel ramo permaneció casi un mes intacto. Desde entonces, y cada vez que tenemos flores en casa, sustituimos el agua por nuestra "fórmula magistral", y disfrutamos de su belleza y salud por más tiempo.
Esta composición floral, con la música de fondo, pertenece al Hotel Amadeus de Sevilla, y que una de nuestras madres visitó la semana pasada... ¡Tenemos a toda la familia ojo avizor de fotos con encanto! Y lo cierto es que esta bonita estampa nos venía al pelo para el post de hoy. Eso sí, desconocemos en que "poción mágica" mantendrán las preciosas orquídeas...
Y vosotr@s ¿Qué trucos tenéis para que os dure más la flor cortada?
Con el nuestro, frugal donde los haya, vamos a casa de Marcela Cavaglieri, que retoma su quedada de los findes.