Fotografías, Maureen Bisilliat

Por Manigna


Conocer la obra de la inglesa Maureen Bisilliat (Englefield Green, Surrey, 1931, Inglaterra) es enamorarse aún más por la fotografía. Hija de la pintora inglesa Sheila Brannigan y el diplomático argentino Adolfo Scilingo, luego de estar por diversos países como Suiza, Francia y Argentina se estableció aquí en Brasil al punto de ser considerada una brasileña más. En una gran sala al extremo opuesto de donde se exponen las obras de Fernando Botero son expuestas sus obras siendo un recorrido por gran parte de su trabajo hasta el momento, a gran escala mucha de ellas, en diversas series, ocupando espacios con iluminación diferenciada que creaba un mejor ambiente para los diversos temas expuestos, inclusive algunas salas contaba con parafernalia obtenida de los lugares donde estuvo. Además, muchos trabajos son acompañados con textos en las paredes de escritores de la talla de Jorge Amado y João Guimarães Rosa; fue una sorpresa encontrar también el poema “Katatay” (“Temblor”), en quechua, traducido al castellano (aquí estaba en portugués) por José María Arguedas, aunque con dudas, pues luego de buscar ese poema me encuentro con uno totalmente diferente, igual, dejaré el que aquí apareció en la respectiva serie.
Xingu/Terra

Esta es quizá la serie que más atrae, aunque sea difícil afirmar algo así ya que todos los conjuntos tienen un encanto especial: éste en particular es mi preferido por lo vívido de los colores y la naturalidad que reflejan las imágenes capturadas.
En agosto de 1973 Bisilliat llega a Xingu invitada por los Hermanos Orlando, Claudio y Leonardo Villa Bôas, personajes que iniciaron una expedición contactando indios Kayabi, Txucarramãe, Txikão, Suyá, y los Kamayurás, entre otras, que terminó en la delimitación y creación del Parque Indígena Xingu en el estado de Mato Grosso. Al comprobar que era prácticamente imposible recorrer y graficar en un solo viaje las 16 tribus en los 27,000Km2, y considerando que las distancias eran recorridas en bote y a pie Bisilliat realiza varios viajes entre aquel año y 1977, con estadías de 40 días en cada aventura donde logra capturar muchas imágenes que se transformarían en diversos libros que ganaron traducción en 5 idiomas: increíblemente el castellano no fue una de esas. Esta serie fue presentada en la Bienal de São Paulo de 1975 recibiendo el Prêmio Especial da Associação Paulistas de Críticos de Arte.











A João Guimarães Rosa

En 1963 Maureen recibe como regalo de un amigo el libro “Grande Sertón: Veredas” de Guimarães Rosa quedando impactada ante el lenguaje de esa obra. Realiza cuatro viajes en dos años, llegando a conocer al escritor y visitándolo varias veces. A cada nueva visita ella le llevaba fotografías tomadas, ganando el apodo de “Irlandesa gitana” por parte del letrado: él confiaba en que la ascendencia irlandesa de Maurenn le daría la predisposición para entender Minas Gerais. Aunque Guimarães Rosa alcanzó a ver algunas fotografías ampliadas, murió en 1967, antes de la publicación del libro que se dio en el año de 1969.










O cortejo luminoso

Exóticas y llamativas las imágenes de esta serie, son las que te daban la bienvenida a la muestra. El cuidado que estas personas tienen con cada detalle de su indumentaria previa a un desfile o ceremonia










Bahia amada Amado

El gran Jorge Amado era un gran anfitrión: sabemos que fue él quien guió y ayudó en las investigaciones de Vargas Llosa previas a la escrita de “La guerra del fin del mundo”, pues bien, fue él quien llevó a Bisilliat por algunos lugares que consideraba dignos de ser fotografiados por ella, quien comprobó que la Bahía imaginada a través de los escritos de Amado era tal cual como la descubrió. El libro data de 1996.









Sertões luz e trevas

Bisilliat, tras la lectura de los dos primeros capítulos de “Los sertones” de Euclides da Cunha, realiza junto a su esposo varios viajes al nordeste brasileño, recogiendo varias tomas entre 1967 y 1972 que resultó en el libro de 1982, y una edición bilingüe de 1984, portugués-alemán, con introducción de Mario Vargas Llosa. Aquí vemos personas con atuendos típicos en cuero en una pared y en la de enfrente fuertes imágenes de matanza de bueyes que a pesar de estar en blanco y negro transmiten la frialdad y dureza del momento.







As caranguejeiras

En julio de 1968 Bisilliat llegó a la aldea de Livramento, en el estado de Paraíba. Allí, al amanecer salen los recogedores de cangrejos, revolcándose sin dudar en el barro para poder capturar estos pequeños animales que les servirán de sustento: a través de las imágenes de esta serie podemos ver que hay espacio para un poquito de felicidad en el rostro de una niña, que contrasta con el de una vieja mujer sumergiéndose en el lodazal, ambas en medio de la miseria.








Mangueira

Esta serie dividía la entrada junto al conjunto “O cortejo luminoso”: aquí también el colorido de los atuendos pasteles atrae. La seriedad con que planean desbordar su alegría: los sambistas de todas las edades denotan algo que parece estar en su sangre, aunque al fondo de algunas imágenes refleje sencillez, se las ingenian para continuar con la tradición, su tradición de alegría.





Pele preta

Esta serie fue exhibida en el Museo de Arte Contemporáneo en São Paulo en 1974 en la exposición “Nueve fotógrafos brasileños”. La elegancia del blanco y negro se percibe en el angelito negro en la entrada a este conjunto, en el reflejo de sus ojos, en la piel curtida de un anciano a su lado. Aquella imagen del angelito se convirtió en la preferida de mi esposa.










China 1982

La imagen del adulto con el niño saliendo de aquel…, templo (¿?) por el lado izquierdo y el pie de un gigante al otro extremo es tremenda: sin desmerecer al resto de ese conjunto aquella imagen llega a eclipsar al resto.













Kollasuyo: Altiplano boliviano anos 1980
Como dije al inicio de esta entrada, sorprendió encontrar un poema (o una parte) traducido por José María Arguedas en la pared que acompañaba este conjunto. En esta serie Bisilliat nos muestra la dura vida en las minas y la alegría y color en las danzas bolivianas, con las mamachas y sus grandes y coloridas polleras y atuendos andinos, muy familiar para nosotros los peruanos.
El poema que aparece es “Katatay” (“Temblor”), que luego de buscarlo en algunas páginas en internet pareciera no ser tal. Anexo un buen vídeo que encontré en youtube, donde Jorge Alejandro Vargas Prado declama “Katatay” (subtitulado al quechua y a castellano) y es totalmente diferente al poema encontrado en esta muestra. Igual, no escondo la emoción de ver un poema en quechua y traducido por Arguedas en un mueso del extranjero, si está o no errado algún entendido lo confirmará.



Katatai / Temblor (tal y como aparece en esta muestra)
Sutiykita qaparispa, lloqllariq mayu
hina, puriq nina hina, mana usiaq
sisi hina, llaqllasaqku, noganchispa
llapan allpanchista hapinaykukama;
llaqtanchispas llaqtanchispuni
kanankama.
Tupac Amaru, Amaruq churin, Apu Salqantaypa
ritinmanta ruwasqa: llantuyquin,
Apu suyu sombran hina sonqo ruruykupi
mastarikun, may pachakama.

En el vídeo a continuación encuentro un poema diferente:








Instantâneas de um Japão incomum, 1987

Al final dejé las imágenes de la isla, Japón, ya que todo lo que encuentro de la cultura japonesa aún no me deja de sorprender.








Maureen Bisilliat fue amor a primera vista.