Empezamos nuestro recorrido por las frutas que nos trae el otoño con la pera.
En Europa del Este se han encontrado restos arqueológicos que evidencian que el hombre prehistórico ya consumía peras. Fueron los griegos quienes extendieron su cultivo por el Mediterráneo y los romanos quienes lo expandieron a todas sus colonias. También en China se cultivaban hace más de 3.000 años.
Como existen muchas variedades de pera (limonera, blanquilla, de San Juan, conferencia, etc), es muy fácil encontrarlas durante todo el año en las fruterías, sin embargo, es una de las frutas típicas del otoño. Lo normal es que las que compramos estén un poco verdes y tengamos que mantenerlas 2-3 días a temperatura ambiente, en un lugar seco, aireado y sin luz solar directa para que maduren; no hay que guardarlas en el frigorífico a no ser que hayan madurado ya y vayan a pasar varios días hasta que las comamos. Las peras maduras tienen el cuello más blando que el resto del cuerpo. No debemos comprar las que están excesivamente verdes, porque han sido recolectadas demasiado pronto y no alcanzarían su punto de sabor, resultando además indigestas.
Es una fruta que se utiliza en multitud de recetas de cocina, aunque lo ideal es comerla cruda y con su piel que contiene muchas vitaminas, minerales y aminoácidos, pero no debemos hacer esto a menos que sean de cultivo ecológico.
Veremos propiedades y beneficios que nos aporta el consumo de esta fruta.
Valores nutricionales
El 80% de su composición es agua, también aporta hidratos de carbono, vitaminas y minerales:
Contiene vitamina C, que es un antioxidante necesario que actúa en muchísimos procesos orgánicos, como la formación de proteínas y colágeno pero que se pierde cuando cocinamos las peras.
Aporta flavonoides, como la quercitina, catequina y epicatequina, cuyo potente poder antioxidante nos protege contra el envejecimiento celular, además de favorecer el buen funcionamiento del sistema cardiovascular; contiene otros importantísimos antioxidantes como el selenio, betacarotenos, luteína o ácido ascórbico.
La pera es rica en arbutina, un componente muy diurético que se encuentra en la piel. También en la piel encontramos arginina (favorece el tono muscular) y pectinas que junto con el ácido pantoteico y caféico que también aporta ayudan a bajar los niveles de HDL (colesterol malo) y absorben las toxinas del intestino impidiendo que pasen a la sangre.
En su composición también encontramos ácido fólico, una vitamina del Grupo B necesaria para la formación de células, la salud del cerebro y del sistema nervioso en general. Es muy importante su consumo adecuado durante el embarazo.
Contiene minerales como calcio, potasio, hierro, yodo, magnesio, fundamentales para la salud ósea (prevención de osteoporosis), regulación de líquidos y del sistema nervioso. El calcio también ayuda a eliminar metales pesados.
Propiedades
Además de todo lo anterior, es un alimento muy diurético por su alto contenido en agua y arbutina, y por no contener apenas sodio, estar prácticamente libre de gasas y ser muy rica en ácidos esenciales. Es por esto muy recomendable en dietas para bajar peso, ya que además al ser rica en fibra tiene un efecto saciante. Igualmente es muy apropiada en dietas donde haya que regular la retención de líquidos y para personas con tensión arterial alta o problemas de riñón.
Fortalece el sistema inmune, protegiéndonos de catarros y resfriados y además nos ayuda a aliviar dolores de garganta.
Según la medicina tradicional china tiene tropismo con el pulmón, disminuyendo con su consumo la mucosidad en el sistema respiratorio.
Por todo esto merece la pena incluirla en nuestra dieta y comerla cuando esté en su punto de maduración para aprovecharnos de todos sus beneficios… porque ya sabemos, “la pera, no espera”