Mellaria se hallaba en la Beturia túrdula, como afirman , Tolomeo y Estrabón.
Su importancia, como la de toda la comarca del norte de Corduba, derivaba de su riqueza minera, esencial para Roma, y fue causa de la prosperidad de la localidad.
Es sabido que en la comarca existieron dos poblaciones romanas de importancia: Solia (que se identifica con El Guijo) y Mellaria (en el cerro de Masatrigo, términos de Fuente Obejuna), y ambas lograron renombre por la riqueza minera de la zona. Pero Mellaria llegó a alcanzar mayor relevancia como capital comarcal, por lo que se cree que desarrolló también mayor actividad económica, jurídica y militar.
Mellaria nació como castro romano en el s. II a.C. -aunque se ignora si se alzó sobre un anterior asentamiento de turdetanos-, al que se otorgó en el año 74 d.C. el estatus de municipium, al estar llamado a prosperar además por su estratégica posición, a mitad de camino de la calzada romana que unía Corduba y Emérita. Esto llevaba aparejada la concesión a la ciudad del ius latii, por edicto de Vespasiano, es decir, la ciudadanía romana para sus habitantes, y nos habla de la importancia que Roma le atribuyó. Su situación está suficientemente estudiada; datos de la época informan de que se hallaba a LII millia passum (76,9 km.) de Corduba, que concuerda con mediciones recientes.
Llegó a ser dotada de un acueducto de 8 km. que traía el agua desde la fuente de la Quicla hasta el embalse de San Pedro, actuando este como lago terminal. Los estudios de materiales de superficie hacen creer que Mellaria se despobló en el siglo III d.C.; pero es que el estrato superior, que corresponde a épocas más recientes, es siempre el que resulta arrasado y -tras siglos de abandono- saqueado y sometido al expolio por las poblaciones del entorno, mientras los periodos históricos más antiguos siguen preservados en el subsuelo. Prueba de esto es que los estudios numismáticos nos remiten a épocas más recientes; las monedas hablan de la existencia de Mellaria aún en el siglo V d.C. y alguna lápida de su necrópolis incluso está datada en el siglo VI.[1]
Por otra parte, los Anales de Toledo nos proporcionan el dato de que Massatrigo (sic) fue uno de los donadíos concedidos en 1236 por Fernando III de Castilla tras su conquista de Córdoba; pero esto no nos debe hacer suponer que aún se hallara poblado y, probablemente, haga solo referencia al repartimiento de su entorno rural.
Los indicios existentes al día de hoy nos inducen a preguntarnos: ¿Cuándo y por qué desapareció Mellaria? ¿Pudo despoblarse a causa de alguna batalla, de alguna catástrofe natural o de epidemias recurrentes? Sabemos de una plaga de peste en 542 que causó gran mortandad y despoblamiento. ¿Coexistieron en el tiempo Mellaria y Fuente Obejuna? ¿Pudo nacer y crecer Fuente Obejuna a expensas de Mellaria y debido a la desaparición de esta? Sabemos que existía la Fuente Obejuna musulmana ya en el siglo IX (Ayn Qobboši), pero ¿desde cuándo? La clave de estas respuestas se encuentra en el periodo de dominación visigoda y en la pésima relación de estos invasores con los hispanorromanos béticos. Los valles del Guadiato y de los Pedroches fueron las áreas más represaliadas por los visigodos a causa de la extrema rebeldía autóctona, motivo por el que hasta finales del s. VI estos invasores no lograran peso en el sur peninsular.
Durante el reinado de Teudis (534-548), la relación de los visigodos con los béticos fue fría y condescendiente [2]; era la relación de unos gobernantes arrianos con un pueblo mayoritariamente católico. Pero todo se agravó durante el mandato de su sucesor, Agila, fanático arriano que despreciaba a cuanto oliera a católico. Este monarca desencadenó una represión política y religiosa que masacró a los naturales. La Bética, especialmente desde Corduba a Hispalis, fue oprimida por los arrianos, lo que originó grandes revueltas en el área comprendida entre estas dos ciudades y Mérida.
Los odios se exacerbaron aún más cuando Agila marchó contra Córdoba en el año 550, profanó las tumbas de los hermanos mártires patronos, san Acisclo y santa Victoria, y convirtió su iglesia en un establo, según afirma San Isidoro de Sevilla[3]. El levantamiento que provocó fue tan violento que el rey visigodo resultó vencido por los cordobeses, perdió el tesoro real, así como a su hijo y a buena parte de su ejército, viéndose obligado a refugiarse en Mérida, mientras Córdoba lograba así mantener su independencia respecto al dominio visigodo. Este suceso fue tan determinante que marcó el inicio de la decadencia visigoda, ya que, aprovechando el momento de debilidad por el que atravesaba Agila, Atanagildo -asentado en Sevilla- trató de destronarlo solicitando para ello la alianza del emperador de Bizancio, Justiniano.
El poder de la aristocracia hispanorromana de Corduba era altísimo y la plaza se mantuvo insurrecta durante más tiempo que Hispalis. Pero la venganza de Agila fue implacable sobre las comarcas cordobesas más cercanas a su refugio emeritense, en las que centró su escarmiento para procurar marcar con claridad los límites fronterizos. Por ello, los visigodos emplearon especial mano dura con las poblaciones más romanizadas de estas comarcas del norte de Córdoba. Y Mellaria era la ciudad más romanizada de las limítrofes con las comarcas de Mérida. Singularmente destructores fueron los ataques realizados contra esta zona durante los años 566 y 567 d.C. De este modo, al paso que daba un escarmiento en una ciudad hispanorromana y católica, marcaba el a medio camino entre Mérida y Córdoba.
Con la llegada de los refuerzos bizantinos la guerra se agravó y la rebelión se generalizó de nuevo hasta el río Guadalquivir, por lo que todas las comarcas al norte del río se sembraron de campamentos visigodos[4], instalando colonos con funciones militares al par que agrícolas e iniciándose en la zona un proceso feudalizante. Nuevos ataques visigodos con atroz destrucción diéronse en los años 572 y 577, reinando Leovigildo; las crónicas de la época afirman que la década de 580 - durante la guerra entre Leovigildo y su hijo Hermenegildo- fue la más destructiva y gran calamidad para la Bética.
Todo apunta a que Mellaria era depositaria de un espíritu hispanorromano tan acusado como el de Córdoba, pero sin su potencia defensiva, lo que pudo costarle su existencia. Hasta avanzado el siglo VII no logró el poder visigodo doblegar a Córdoba y fue cuando, por fin, la convirtió en sede de la Bética meridional al mando de un dux provinciae. Menos de un siglo faltaba para la invasión de los árabes; por eso Córdoba, de enormes raíces romanas y árabes, apenas las tiene visigóticas.
El hecho de que Mellaria no haya aportado más restos arqueológicos del siglo VI que el sarcófago y la lápida de la necrópolis apunta al arrasamiento de la ciudad y posterior saqueo. Pero la Arqueología tiene aquí mucho que decir. ¿Pudo acaecer con Fuente Obejuna y Mellaria lo que con Granada y Elbira, que aquella creció a expensas de esta? ¿O lo de Córdoba respecto a Medina Azahara, que los elementos constructivos de esta acabaron en Córdoba, saqueados por los cordobeses? ¿Pudieron ser mellarienses supervivientes los fundadores de Fuente Obejuna? Si esto fuera así, el origen de esta población puede remontarse a la segunda mitad del siglo VI d.C. y, aunque los moradores de nuestro querido pueblo olvidaran mucho de su pasado, mantienen ese atavismo de saberse mellarienses, pues probablemente lo sean, aunque también la villa absorbiera en el siglo XIV población nueva al despoblarse Tolote (Los Blazquez).
Esta hipótesis que avanzo es sólo un hilo del que poder tirar cuando en sus ruinas prosperen las excavaciones arqueológicas y, con ellas, la investigación historiográfica. Interesa ahora proteger ese legado y dejar hablar a la Arqueología.
(1) - Referencia: AEHTAM 1509; CIL II 2/7, 808; necrópolis de Masatrigo y escrita en latín; colección particular de Peñarroya-Pueblonuevo (Córdoba).
(2) - "Perfil histórico de Córdoba en la época visigoda", de Juan Francisco Rodríguez Neila.- Boletín de la Real Academia de Córdoba de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes, 114, 127-139.- 1988.
(3).- "Arqueología romana de Córdoba", de J. R. Carrillo Díaz-Pinés.- Revista de Arqueología ISSN 0212-0062.- 1995.
(4) - "Estudios visigodos: Beneficios militares en la España goda", de Claudio Sánchez Albornoz.
(5) - "Hispania: Organización de Bizancio en la Península Ibérica. Siglos VI y VII", de A. García Moreno.
"La administración territorial de la Bética romana", de Mª L. Cortijo; Córdoba, 1993.
- "Arqueología cordobesa. El valle alto del Guadiato (Fuenteobejuna, Córdoba)", de Vaquerizo et alii.- Córdoba, 1994.
- "Nuevos testimonios arqueológicos de la ciudad de Mellaria (Fuente Obejuna, Córdoba)", de Isabel Mª López López, Pedro A. Cabrera Ruíz y José A. Morena López.-Universidad de Córdoba, AAC 7, pp. 265-282.- Córdoba, 1996.
[1] - Referencia: AEHTAM 1509; CIL II 2/7,808; necrópolis de Masatrigo y escrita en latín; colección particular de Peñarroya-Pueblonuevo.
[2] - " Perfil histórico de Córdoba en la época visigoda ", de Juan Francisco Rodríguez Neila.
[3] - Arqueología romana de Córdoba, J.R. Carrillo Díaz-Pinés. Revista Arq.
[4] - Estudios visigodos: Beneficios militares en la España goda", de C. Sánchez Albornoz.- Hispania: Organización de Bizancio en la Península Ibérica. Siglos VI y VII, de A. García Moreno.