Fuerteventura y el hotel melia gorriones

Por Carla10

Me dispongo a escribir este post aún con la arena dorada en mi retina, la inmensidad fascinante del Parque Natural de Jandía en mi recuerdo y la energía de La Laguna que se forma en la Playa de Sotavento metida hasta el último rincón de mi cuerpo. He vuelto no sólo fascinada por esta isla mágica, sino con las pilas cargadas a tope y enamorada de otra isla más de las que aún me faltaban por conocer de las Canarias. Ya me conocéis bien y sabéis de mi debilidad por las Afortunadas, porque afortunados somos los que las conocemos. Ya solo me quedan por visitar Gomera y la isla de Hierro, consciente de su belleza y peculiaridad y próximos destinos ya casi marcados en mi calendario.

Pero ahora ha sido el turno de Fuerteventura. Sabía que las mejores playas del Atlántico se encuentran en esta isla, la segunda más grande en extensión después de Tenerife. Sabía de su inmensidad, de su tranquilidad y belleza, pero hasta que no puse los pies en la Reserva Narural de Jandía realmente no sabía nada. Es tan increíble que el mero hecho de ver fotografías no se corresponde en absoluto con la realidad.

También tengo que hablar del Hotel donde hemos pasado estos días de Semana Santa. El Hotel Meliá Gorriones, porque si su entorno es pura naturaleza, el Hotel es inmejorable. Inmejorables son sus vistas, su localización en la Reserva Natural de Jandía. (No hay nada en 4 kilómetros a la redonda) Inmejorable es su playa, la Playa de Sotavento, primera de las playas de la reserva, que son más de 30 k2 de arena!! Pero inmejorables son también las instalaciones del Hotel, el Spa, las piscinas, los solariums sobre la playa, la posibilidad de hacer kitesurf en la mejor escuela de la isla y a tan solo 100 metros del hotel en la propia playa. Increíbles las vistas desde cualquier lugar del hotel, desde la habitación, desde el Gabi Bar, donde por la noche recordábamos el día a la luz de la luna. Vistas al Parque Natural de Jandía, al mar, a la playa, a la Laguna. Vistas que cambiaban cada momento, con cada luz del día. Inmejorable e impecable el servicio de todo el Hotel. El trato con los clientes, el cuidadoso detalle con el que hacen cualquier cosa, el cariño que ofrecen a todos sus clientes, para que todo el mundo se lleve el mejor recuerdo de la isla y del Melia Gorriones y para que todos disfrutemos de nuestra estancia. Se esfuerzan en agradar a niños y grandes y además se come de maravilla, platos típicos de las islas, pescado fresco, carne de excelente calidad, frutas, verduras, deliciosa repostería, quesos variados de las islas y todo con una cuidada presentación.

Tirso tenía el programa completo con los animadores del Hotel, gincanas, pintar máscaras, juegos de agua, futbol, camas hinchables, juegos en la playa. Todo lo necesario para que cada vez que queríamos hacer una excursión, él protestara por quedarse en el Hotel. Lucas a quien le fascina construir castillos de arena, tenía el mismo problema. Con una enorme playa dorada donde levantar sus construcciones y luchar luego contra la marea, para volver a empezar al día siguiente. Un lugar ideal para disfrutar con la familia.

Y Mirko y Kubrat se apuntaron a un curso intensivo de Kite Surf, pues en esta playa de Sotavento se encuentra una escuela muy famosa y es aquí precisamente donde se celebra todos los años el Campeonato Mundial de Kite. El lugar es privilegiado para este deporte, no solo por la amplitud de la playa, sino también por el buen viento (vendaval) y por la Laguna que se forma cada vez que sube la marea.

Dicho ésto os podéis imaginar que para mi ha sido un lugar marvilloso para descansar en el solarium del hotel con unas vistas increíbles a la playa y a la Laguna, he podido leer que siempre es mi asignatura pendiente pues en Madrid no tengo tiempo, he dado interminables paseos por la playa, a veces sola a veces en compañia de Tirso o Lucas. Maravillosos en cualquier caso. Paseos de dos horas durante los cuales apenas te cruzabas con alguien y en los que la fantasía de los dibujos creados por la naturaleza eran puras obras de arte.

Pero también hemos hecho alguna excursión. En un todo terreno recorrimos el Parque Natural de Jandía. Nos dijeron que está permitido siempre y cuando uno no se salga de los senderos ya marcados. Casi tres horas por las dunas, que más bien parecía la luna. Fuimos hasta la playa de La Pared, una playa formada por una enorme pared de piedra y donde hay buenas olas para los amantes del surf. Luego retrocedimos hasta Cofete y la Playa de Barlovento, para ver cómo se ponía el sol en este sorprendente lugar. Tanto nos gustó que volvimos al día siguiente para volver a disfrutar del espectáculo, pero esta vez lo hicimos con una botella de Moët et Chandón, para brindar por el momento, para disfrutar a tope del paisaje y del precioso regalo que la vida nos estaba dando.

Otro día fuimos a Morro Jable, Un pueblo cercano donde nos dijeron que se podían alquilar bicicletas y cenar al borde del mar. Para mi una “vieja”, que ahora es época y están deliciosas. Por supuesto con sus “papas” y su mojo…y buen vino esta vez de Lanzarote (Recomiendo Berdejo o Stratus, los dos son vinos blancos de la Geria en Lazarote)

Y la última tarde visitamos el Zoo Oasis Park, más de 650m2 de parque natural, dedicado a la flora y la fauna más diversa. Los animales están en amplios sectores con unas instalaciones buenísimas, plantas y vegetación por todos lados, emulando sus países de origen. Tortugas, monos de todo tipo, jirafas, aves, cocodrilos, hipopótamos, elefantes, línces, y por supuesto camellos a los que nos dejaron dar de comer su planta favorita.

Hay otros lugares que uno no puede dejar de visitar en Fuerteventura, la isla de Lobos o el Parque Natural de Corralejo, pero nosotros lo hemos dejado para la próxima vez, siempre hay que dejar algo para volver. La isla de Fuerteventura fue declarada en su totalidad en mayo de 2009, Reserva de la Biosfera por la UNESCO.

Un viaje inolvidable, un Hotel fabuloso y unas vacaciones cortas pero intensas que nos han dado mucha energía para afrontar este último trimestre con ganas y fuerzas.

Os dejo con una de las poesías con las que cada noche el Hotel Meliá Gorriones nos deseaba las buenas noches, un precioso detalle que nunca había visto en ningún otro Hotel:

Oda al Atlántico, por Tomás Morales

El mar: El gran amigo de mis sueños, el fuerte
titán de hombros cerúleos e imponderable encanto:
En esta hora, la hora más noble de mi suerte,
vuelve a henchir mis pulmones y a enardecer mi
canto…
El alma en carne viva, va hacia ti, mar augusto,
¡Atlántico sonoro! Con ánimo robusto,
quiere hoy mi voz de nuevo solemnizar tu brío.
Sedme, musas, propicias al logro de mi empeño:
¡Mar azul de mi patria, mar de ensueño,
mar de mi infancia y de mi juventud… mar mío!
¡Atlántico infinito, tú que mi canto ordenas!
Cada vez que mis pasos me llevan a tu parte,
siento que nueva sangre palpita por mis venas
y a la vez que mi cuerpo, cobra salud mi arte…
El alma temblorosa se anega en tu corriente.
Con ímpetu ferviente,
henchidos los pulmones de tus brisas saladas
y a plenitud de boca,
un luchador te grita ¡padre! desde una roca
de estas maravillosas islas afortunadas…