Cuando comemos, el azúcar procedente de los alimentos, si no es utilizado inmediatamente por nuestro cuerpo para realizar sus actividades cotidianas, pasa a ser almacenada en el músculo y el hígado. Si estos depósitos están llenos y por tanto no puede quedarse ahí acumulada, el azúcar sigue otro camino: irá a formar grasas. Pero aquí es donde aparece la garcinia, esta planta presenta en las paredes de sus frutos un compuesto llamado ácido hidroxicítrico (AHC), el cual paraliza la acción de la proteína (ATP-citratoliasa) encargada de transformar el azúcar en exceso en grasa. Además de paralizar la formación de grasa, como consecuencia también se provoca una degradación de las grasas ya existentes, así que nos la quitamos por dos lados, porque no se forma y además se destruye.Por otra parte, el AHC hace que aumenten en el cerebro los niveles de la hormona serotonina, la cual entre otras muchas funciones, está implicada en la saciedad, es decir, ayuda a comer menos porque nos llenamos antes..
Debido a la acción que provoca la inhibición de formación de grasa, el uso de garcinia no está aconsejada en diabéticos tipo 2 ni en mujeres embarazadas o lactantes. En cuanto a su administración se realiza una hora antes de cada comida, teniendo en cuenta que una dieta rica en fibras puede disminuir su absorción.
Fuentes:Curso de Consultor en fitoterapia para farmacéuticos del Centro Nacional de Fitoterapia (INFITO)Jimenez Fonseca P. Remedios naturales para síntomas habituales. Ediciones Nobel.2013.
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