Gastritis aguda y gastritis crónica
La gastritis es una inflamación de la mucosa del estómago. Esta última, actúa como barrera protectora de la pared del estómago, que absorbe la segregación de ácidos producidos por la digestión de los alimentos.
La gastritis se diferencia de los problemas que intervienen tras las comidas, como los dolores de estómago, la acidez, el reflujo, o las náuseas. También se debe diferenciar de la úlcera que perfora la pared estomacal.
Las gastritis pueden ser de dos tipos: agudas, cuando sobrevienen de repente; crónicas, si evolucionan lentamente a lo largo de los años. Las gastritis agudas son debidas a la absorción de medicamentos como la aspirina y los antiinflamatorios, que provocan una inflamación de la mucosa.
El consumo y el abuso de alcohol pueden, igualmente, provocar una gastritis aguda, al igual que un estrés importante, y ciertos problemas psicosomáticos.
Las gastritis crónica suelen estar provocadas por un consumo prolongado de agentes irritantes como el alcohol, las especias, el tabaco, o ciertos medicamentos. También puede desarrollarse en personas que sufren reflujos a nivel del esófago.
Los síntomas de las gastritis son diversos, pero a veces inexistentes o muy débiles. Estos signos van de los ardores de estómago a los dolores en la zona alta del abdomen, pasando por náuseas y pérdida de apetito, y en algunos casos hemorragia.
La gastritis crónica se suele tratar con la ayuda de medicamentos, vitamina B12 y un suplemento de hierro. El objetivo es el de disminuir o neutralizar los ácidos del estómago y de dar prioridad a la cicatrización de las úlceras.