Considerada la obra maestra de Gentile da Fabriano y una de las obras cumbres del Gótico italiano.
Es un retablo pintado sobre madera y fechado en 1423. La obra fue un encargo del acaudalado banquero florentino Palla Strozzi -adversario de la familia Medici-, para decorar la capilla de la iglesia de la Santísima Trinidad de la ciudad de Florencia.
Es una obra de una riqueza extraordinaria, en la que se empleó una gran cantidad de oro y polvo de lapislázuli para el manto de la virgen, una piedra muy apreciada y cara en esa época. Esto nos demuestra la gran posición social de Palla Strozzi a la hora de hacer el encargo.
El bellísimo retablo se encuentra enmarcado con una impresionante moldura gótica dorada que imita la forma de un tríptico, que hace que la escena quede unificada y nos dé la sensación de encontrarnos ante una ventana.
En la parte superior del marco están representados los profetas Jeremías, Isaías, Daniel y Ezequiel, así como Moisés y el rey David, con tres tondos (círculos decorativos) donde están representados Cristo Redentor, la Virgen María y el Arcángel San Gabriel. Siguiendo con la descripción del marco, vemos que en la parte inferior del retablo hay tres miniaturas que representan “la Natividad”, “la Huida de la sagrada familia a Egipto” y “la Presentación del Niño en el templo”, realizadas con toda clase de detalles.
El tema del retablo es religioso, representando la adoración de los Reyes Magos ante el Niño Dios; un tema muy demandado en esa época por la nobleza florentina, ya que simbolizaba la sumisión de los grandes poderes de la tierra ante el Dios encarnado.
La pintura es narrativa, habiendo un hilo conductor que narra la escena. Podemos ver al cortejo que acompaña a los tres Reyes Magos, compuesto por nobles, animales representativos de la nobleza italiana como halcones, caballos, monos o perros de caza. Todos ellos dan varias vueltas llenando el fondo del cuadro para dirigirse primero a la Ciudad Santa, pasando por el palacio de Herodes para llegar por fin al lugar en el que se encuentra la Sagrada Familia con el Niño Dios sentado en las rodillas de la Virgen María.
La obra está plagada de detalles. Alguno de ellos pone un toque de humor, como la lagartija que sube por la pared del portal de Belén, o el escudero arrodillado que le está quitando las espuelas al tercero de los Reyes.
La escena principal es muy hermosa, se ve a los tres Reyes rodeados de su enorme séquito de nobles caballeros, cómo van a adorar al Niño Jesús y le van a ofrecer los presentes reales del incienso, el oro y la mirra. Uno de ellos ya ha ofrecido el suyo y está arrodillado ante el Niño, el cual, cariñosamente, le da las gracias acariciándole la cabeza.
Si nos fijamos, cada rey tiene una edad diferente queriendo representar las tres edades del hombre. El detallismo con que están pintados los mantos de los Reyes, su riqueza y los brocados de los tejidos con relieves de plata y oro están realizados por Gentile con la técnica del punzón, dándoles un realismo extraordinario. Y todos estos brocados tan recargados es en los que nos hemos inspirado para crear la pieza que hoy os traigo hasta nuestro blog, la cruz de plata dorada y piedras semipreciosas que hoy es la protagonista de nuestra sección de joyas históricas.
Como detalle curioso os quería contar que el noble que se encuentra justo detrás del último Rey, mirando al espectador y llevando en su mano un halcón es Palla Strozzi. Es la primera vez que el donante de la obra forma parte de la historia representada en ella, y esta idea de incluir al mecenas en la obra fue algo que muchos nobles imitaron desde entonces, como por ejemplo los Medici.
Este retablo fue muy admirado y venerado en Florencia, sobre todo el día de la fiesta de la Santísima Trinidad de Florencia. Como era fiesta mayor se organizaba una importante procesión con la participación de los nobles florentinos. El abad, antes de entrar en la iglesia, daba tres golpes en el suelo, se abrían las puertas y entraba la procesión que se dirigía a la capilla presidida por el retablo de “La Adoración de los Reyes Magos”. Una procesión muy similar a la que acompaña a los Reyes en el retablo pintada por Gentile da Fabriano.
Sobre el autor de esta soberbia obra me gustaría destacaros:
Gentile da Fabriano, cuyo verdadero nombre era Gentile di Niccolo di Giovanni di Massi, recibió el apelativo de Fabriano por ser originario de esta ciudad.
Fue un notable pintor, representante del estilo gótico internacional. En sus obras abunda el uso del oro, figuras estilizadas de ricos ropajes y una detallada recreación de la naturaleza.
Gentile nacería en 1370 en el seno de una familia de comerciantes de paños. Su padre, Niccolo de Giovanni Massi, y su madre mueren siendo él muy joven. No se conocen datos de su infancia ni de su formación como pintor. Se supone que debió tener contacto con las escuelas pictóricas del norte de Italia como la de Siena, la de Lombardía y, sobre todo, la de Pavía que por entonces era un centro cultural muy importante, donde existía una importante escuela de miniaturas en la que posiblemente Gentile aprendió esta técnica, que más tarde aplicará en muchas de sus obras.
Su carrera como pintor fue totalmente atípica para aquella época. Al contrario que los otros artistas, él nunca quiso establecerse y crear su propio taller, prefiriendo ir de un lado a otro de Italia, trabajando en las distintas cortes italianas y absorbiendo el movimiento artístico de la pintura italiana de cada lugar donde estaba.
En 1405 se tiene constancia de su estancia en Venecia, lugar donde se inscribió como alumno en la Scuola dei Mercanti. No se sabe nada más de él hasta 1408, en el que le encargan realizar un fresco para decorar la Sala del Maggior Consigglio del Palacio Ducal de Venecia, pintando “La batalla de Oton III y los venecianos”. Para realizar este trabajo Gentile tuvo dos asistentes uno era Pinasello, que estuvo a su lado hasta el final de su vida, y el otro un joven llamado Jacobo Bellini que llegaría a ser un famoso pintor y patriarca de una gran familia de pintores. Este trabajo en el palacio Ducal le daría bastante fama y prestigio. Es aquí en Venecia donde Gentile adquiere el colorido rico y brillante de los artistas venecianos. En esa época consta en los archivos de Venecia que realizó un cuadro para el famoso coleccionista de arte Francesco Amandi.
Cuando en el año 1422 llega a Florencia, su fama está muy consolidada y los nobles florentinos nada más llegar le llenan de encargos, tanto que se ve obligado a abrir un taller para poder atender a los ilustres clientes. Es en esta ciudad donde realizará dos de sus más conocidas obras. Una de ellas fue el encargo de un retablo para el altar mayor de la Iglesia de San Nicolás Oltrano de Florencia. Retablo que se mantuvo en su lugar de origen hasta 1830, año en que fue totalmente desmembrado y vendido por partes, y otra de ellas es su obra maestra: “La Adoración de los Reyes Magos”, de la que ya os he hablado anteriormente.
Todavía en 1425 ha de dejar Florencia y marchar a Siena para realizar otro encargo, un fresco también muy famoso de “La Virgen con el Niño y Santos”, en el interior de la catedral de la ciudad. Y nada más terminar esta obra, el Papa Martín V le reclama desde Roma para decorar la nave central de la Basílica Lateranense. Marcha para allá con su querido ayudante y discípulo Pisanello, pero Gentile no puede acabar el trabajo porque le llega su hora y muere ese mismo año. Ha de ser Pisanello el que, después de 5 años de duro trabajo, concluya la obra. Pisanello vuelve a Florencia y se hace cargo del taller de su maestro.
Nadie sabe con certeza dónde fue enterrado este gran artista cuya producción de obras fue muy numerosa, pero que por desgracia gran parte de ella se ha perdido a consecuencia de la destrucción de muchas de las iglesias para las que trabajó por todo el norte de Italia.
Aun así, cuando se recorre el norte de Italia: Ferrara, Pavía, Perugia, Lombardía, Florencia, … es inevitable no encontrarte alguna obra de este gran pintor.
Podéis ver la cruz con más detalle en el siguiente link:
Cruz Gentile da Fabriano
Imágenes: