Me siento muy afortunado de poder hacerlo, enseñar me permite aprender, mejorar como piloto, como instructor e incluso como persona.
Cada alumno es un mundo completamente diferente y distinto, todos tienen sus inquietudes, su proceso de aprendizaje y evolucionan a un ritmo diferente cada uno.
Ser parte de ese proceso de aprendizaje, transmitir mis conocimientos, mis consejos y mis trucos a mis alumnos es parte de mi día a día.
"Velocidad con el morro, senda con el motor" ya no sé cuántas veces lo habré podido repetir, y no me cansaré de hacerlo.
Me he encontrado con alumnos aventajados, que como si fuesen una esponja, absorben todos los conocimientos rápidamente, hay otros que son muy inteligentes, pero torpes a la hora de volar, otros se ponen nerviosos a los mandos y necesitan de unos minutos en el aire para poder dominar esos nervios.
Incluso he tenido algún alumno con cierta dislexia, y constantemente le decía eso de..."Gira a la derecha...esa no, tu otra derecha..."
También he tenido alumnos que se equivocaban a la hora de manejar la palanca de gases y al pedirle que quitase motor...lo ponía. Buena parte de esos errores vienen producidos por esa visión túnel que produce el pilotar un avión las primeras horas de vuelo.
La cantidad de información que se le transmite a un piloto novato es brutal, y eso produce en ellos un "atontamiento" (dicho desde el cariño) que hace que se les olviden cosas, se despisten o ni te escuchen...es normal y todos, absolutamente todos los pilotos hemos pasado por ello, siempre se lo digo a mis alumnos, yo también estuve como tú y también todo me pasaba "volando".
Fruto de esa evolución y ese aprendizaje, llega uno de esos momentos mágicos para todo piloto... "la suelta". Es ese momento en el que el instructor, en armonía con el alumno, decide que ha llegado el momento de que el alumno vuele sólo por primera vez.
Antes anunciaba a mis alumnos o les advertía de la inmediatez de la llegada de esa suelta, ansiada por algunos y temida por sólo alguno, ahora he decidido no hacerlo y sencillamente les sorprendo con ese momento mágico, la suma de la sorpresa y la emoción por la suelta les hace disfrutar doblemente de ese momento.
Al bajar sus caras lo dicen todo, y sin querer, siempre recuerdo mi propia suelta, ese momento en el que en el avión sólo estás tú y de ti depende por primera vez el vuelo, que aunque sea corto y sólo de unas cuantas tomas y despegues, te enfrenta por primera vez a la responsabilidad de pilotar sin ayuda el avión.
Y es que la instrucción de personas que se inician en la aviación es una de esas cosas gratificantes por naturaleza, que hacen que te sientas agradecido de tener ese puesto en el que poder compartir, enseñar, guiar y modelar a tus alumnos mientras van creciendo como pilotos pero también como personas.
Buenos vuelos alumnos y futuros alumnos, y recordad, velocidad con el morro y senda con el motor.