F. de Goya. Maja Desnuda. (1790-1800). (Wikimedia)
Mi primer recuerdo de Goya es una serie de la televisión española vista en mi infancia: Don Paco, tal su apelativo, era una tromba. Pletórico de vida, de temperamento enérgico y proclive a los intensos vaivenes anímicos, en la pantalla se retrataban sus desbordes de pasión y de creatividad. Era un buen pícnico, Don Paco. Una escena cumbre fue cuando arranca de su rol de modelo quiescente a la dama que posaba de maja a fin de ejercer alborozado el goce carnal. Para la posteridad, según informa la Wikipedia, Don Paco quiso dejar constancia detallista del bruno vello púbico y es el primer cuadro artístico que registra el desenfadado vellocino.
Mucho hase especulado sobre el mal neuropsiquiátrico que padeció Don Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828) a los 46 años de su edad. De la abigarrada combinación de sordera, tinnitus, ataxia, hemiparesia derecha, astenia, postración y hasta sintomatología delirante y alucinatoria con prominente afectación anímica mixta, se han derivado las más dispares opiniones diagnósticas: desde sífilis, afectación ateroesclerótica, saturnismo crónico (intoxicación por el plomo contenido en los pigmentos que usaba), hasta esquizofrenia de inicio tardío y curso leve, trastorno delirante (el delirio de los sordos) y last but not least psicosis afectiva, esto es, trastorno bipolar.
Por cierto, estas son hipótesis contemporáneas y de alambicada elaboración histórica. En la época misma de Don Paco abundó también la incertidumbre sobre la naturaleza de su mal; en la terminología de aquella usanza, decíase que la perlesía, la avariosis o el enfriamiento, eran las dolencias abatidas sobre el genial pintor. Sin duda en retribución Don Paco nos regaló con este gracioso grabado, perdurable postal de recuerdo para la profesión médica (la serie completa se llama Los Caprichos):
Una de las leyendas que acompaña a este grabado, irónicamente reza: "El médico es excelente, meditabundo, reflexivo, pausado, serio. ¿Qué más pedir? ", otra es más mesurada: "No hay que preguntar de qué mal ha muerto el enfermo que hace caso de médicos bestias e ignorantes." Al que le caiga el guante...
Por supuesto, dentro de su numerosísima producción, Goya no dejó de retratar a gentes de su época confinadas en hospicios manicomiales: Quadras de locos, en la terminología de entonces. Dos pinturas se han conservado entre las más notables, aquí helas:
F. de Goya. Casa de locos. (1812-1819).
F. de Goya. Corral de locos. (1794)
Si bien Goya no estuvo hospitalizado nunca en uno de estos asilos (nótese la penosa condición de estos prójimos semidesnudos, enzarzados en pugilatos, adocenados, entreverados y abandonados) se especula que debe haber conocido dichos ambientes tal vez no por mera curiosidad sino por visitar a algún familiar: acuciosa investigación ha determinado que en una de estas quadras estuvieron internadas dos personas apellidadas "de Lucientes", provenientes nada menos que de Fuendetodos, el pueblo natal de Goya, donde sólo habían cerca de 500 habitantes. Muy probablemente eran parientes de Don Paco. Habría existido una carga genética entonces en su estirpe.
Sin duda, el genio de Goya trasciende la categorización diagnóstica del hombre. Precursor de las corrientes pictóricas posteriores más variopintas, tal vez una paradoja representativa de dicha condición puede ser graficada en una de las pinturas murales que plasmó en los muros de la casa de sus postreros años ('la quinta del sordo'). Es el famoso 'Perro semihundido': estremecedora imagen que parece haber caído de la nada en el siglo XIX: sólo una cabeza canina sumergida en un inusitado horizonte diagonal sobre un trasfondo de ocres desérticos. Algunos ven una minimalista ilustración de la condición de todo ente extraviado entre la nada y el ser; otros, más prosaicos, ven simplemente un cuadro inacabado.
Enlaces:
- Amplio repositorio virtual sobre Goya: InfoGoya.
-Tour virtual en la Quinta del Sordo.
Referencias:
- Fernández A, Seva A. La familia de Goya y la locura. Monografía accesible en InfoGoya.