En España existen más de dos millones de personas que padecen osteoporosis, y, aproximadamente, de forma anual se producen unas 25.000 fracturas. Todo ello supone un coste directo al Sistema Nacional de Salud (SNS) de más de 126 millones de euros y un coste indirecto cercano a los 420 millones.
La cifra de afectados se ha incrementado de manera notable en los últimos 20 años, lo que ha supuesto, además, un aumento del 54% en el número de fracturas ocasionadas por esta patología. Un dato que es aún más alto en el caso de las mujeres, donde este incremento se cifra en un 64%. “Con el progresivo envejecimiento de la población en nuestro país, podemos esperar un aumento igual o más significativo en los próximos años”, asegura el doctor Esteban Jódar, coordinador del Grupo de Trabajo de Metabolismo Mineral Óseo de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN). La osteoporosis debilita los huesos y aumenta la posibilidad de fracturas. Cualquier persona puede padecer osteoporosis, pero es más común entre mujeres de edad avanzada. Casi la mitad de todas las mujeres y una cuarta parte de los hombres mayores de 50 años se fracturará un hueso debido a la osteoporosis.
Entre los factores de riesgo se incluyen:
- Ser mujer.
- Raza blanca o asiática.
- Tener historia familiar de osteoporosis.
- Menopausia precoz (natural o quirúrgica).
- Consumo excesivo de alcohol o tabaco.
- Dieta pobre en calcio por periodos prolongados, especialmente durante la adolescencia y la juventud.
- Vida sedentaria con poco ejercicio físico.
- Constitución delgada, con poco peso o huesos pequeños.
- Consumo prolongado de ciertos medicamentos como: corticoides, heparina, diuréticos, antiácidos que contengan aluminio, etc.
- Ciertas enfermedades como: diabetes, hipertiroidismo, enfermedad de Cushing, artritis reumatoide, intolerancia a la lactosa, mal absorción intestinal, alteraciones renales, etc.
La osteoporosis es una enfermedad silenciosa. Tal vez no sepa que la padece hasta que se fracture un hueso. Además, es la principal causa de fracturas de huesos de la muñeca, columna y cadera en mujeres después de la menopausia.
La masa ósea de una persona va aumentando a lo largo de su vida hasta llegar a un “pico máximo” alrededor de los 30 ó 35 años. A partir de esta edad existe de forma natural una progresiva pérdida de masa ósea. Cuando la pérdida progresiva se acelera, lo cual ocurre en ciertas enfermedades o hábitos de vida o en el caso de la mujer al llegar a la menopausia, puede llegarse a la ostoporosis en edades precoces.
Prevención: una alimentación rica en calcio y ejercicio moderado
Debido a la importante asociación entre la disminución de la masa ósea y el riesgo de fracturas, la detección precoz es clave. Es la única manera de prevenir la enfermedad y sus consecuencias. Para ello, se efectúa una prueba denominada densiometría ósea o DEXA, que se basa en la cantidad de absorción de rayos X por parte del calcio que hay en los huesos. Es una exploración sencilla e indolora, similar a una radiografía. En general, se realiza en la zona lumbar de la columna y en el fémur.
Un examen de densidad mineral ósea es la mejor manera de controlar la salud de sus huesos. Para mantener huesos resistentes, es necesario tener una dieta rica en calcio y vitamina D, que se practique ejercicio y no que no se fume.
Si atendemos a las cantidades diarias de calcio necesarias según la edad y el sexo:
- Adolescentes: 1.200mg/día
- Adultos: 800 mg/día
- Embarazo: 1.200 mg/día
- Menopausia: 1.500 mg/día
Resumiendo, es necesario:
- Mantener un peso saludable con una dieta equilibrada y actividad física regular. El ejercicio genera músculo y mantiene en condiciones óptimas los huesos, las articulaciones y el estado físico general. Son recomendables los ejercicios como: caminar, subir y bajar escaleras, danza, aerobic, natación… Sin embargo, están contraindicados los ejercicios que incluyan flexiones, saltos o movimientos bruscos.
- Tomar el sol 10 minutos al día para que el organismo sintetice vitamina D, clave en la mineralización de los huesos ya que favorece la absorción intestinal de calcio y fósforo, y aumenta su reabsorción renal.
- Consumir alimentos ricos en calcio (lácteos y vegetales verdes con hojas). La absorción de este mineral se favorece con nutrientes como la vitamina D, la lactosa y la vitamina C. En cambio, otras sustancias interfieren en el proceso, como los cereales integrales y el fósforo (abundante en carne, pescado, huevos, legumbres y refrescos de cola).
- Abandonar el hábito del tabaco y la ingesta de alcohol (reducen la densidad de los huesos).
- Someterse a pruebas de densidad ósea, si el especialista así lo indica.
Tipos de osteoporosis
Osteoporosis Hormonal. En algunos pacientes con osteoporosis, la causa subyacente consiste en un desequilibrio hormonal producido por un aumento de secreción de hormonas antianabólicas.
Osteoporosis por Inactividad. Cualquier tipo de cuerpo se atrofia cuando no se emplea, y el hueso no es una excepción (a excepción de los huesos del cráneo). Las presiones intermitentes del soporte de peso y las tensiones del impulso muscular transmitidas al esqueleto ejercen fuerzas y tensiones que parecen estimular la deposición del hueso. Este tipo de osteoporosis es más marcado en aquellas partes del esqueleto que son menos empleadas, las extremidades inferiores y la columna vertebral.
Osteoporosis posmenopáusica y senil. Estos dos tipos de osteoporosis generalizada se estudian conjuntamente debido a que tienen muchos aspectos comunes. La osteoporosis posmenopáusica y la senil representan con mucho la enfermedad ósea generalizada que con más frecuencia puede observarse entre los pacientes. Se ha calculado que es radiográficamente detectable en un 50% de las personas con más de 65 años. En el anciano, la inadecuada ingestión dietética de calcio parece ser uno de los factores etiológicos de este tipo de osteoporosis y, además, el proceso puede agravarse por añadírsele una “osteoporosis por inactividad” asociada con la habitual disminución de la actividad clínica del anciano.
Atrofia refleja de Sudek. Es una osteoporosis localizada, postraumática o subsiguiente a la inmovilización, acompañada de dolor y a veces de edema de la zona afectada. La lesión es reversible. Se observa con mayor frecuencia en los huesos del esqueleto de la mano y del pie, después de fracturas o inmovilización prolongada. Nunca se observa en niños.
Fuentes: Informe del Grupo de Trabajo de Metabolismo Mineral Óseo de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), Medline Plus y Consumer.es
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