Una de las críticas hacia los transgénicos es que son propiedad de las multinacionales y que obligan a los agricultores a comprar las semillas. Esto obvía todo el desarrollo de transgénicos que se hace en base a modelos públicos, como en Brasil que ha desarrollado judías resistentes a virus gracias a la empresa pública EMBRAPA. O el arroz dorado, que se está haciendo libre de patente. También obvía el hecho que las semillas no transgénicas también se compran y también las venden multinacionales. Por ejemplo, una multinacional como
Greenpeace vende semillas de guisante, ecológicas, eso sí.
Resulta que el desarrollo es de Asgrow Seed Co., pero los derechos de explotación en España los tiene Monsanto. Si ya decía yo que Monsanto y Greenpeace se llevaban muy bien, pero no me imaginaba que hasta el punto de hacer negocietes juntos. Con razón cuando atacan un campo de transgénicos siempre son del arroz dorado y cosas de esas libres de patente, pero en Estados Unidos, callados.