Groucho y yo*

Por Androsmalv

Autor: Groucho MarxAño: 1959País: USAGénero:  AutobiografíaEditorial: Maxi TusquetsHacer humor de nuestros recuerdos, puede ser unas de las cuestiones más complejas, a menos que uno sea Groucho Marx, él cual, hace de su vida un genial y muy certero chiste, en el que el protagonista no sólo es él sino su alter-ego, o mejor su alter-ego es ese hombre que creció en el Nueva York de finales del siglo 19, rodeado familiares que desaparecían, pobreza, un padre tan mal sastre como negociante, una madre que adoraba el espectáculo, y unos hermanos, que como en su películas,  estaban más cerca del desastre y el caos, pero unidos por la misma sangre y humor. Groucho y yo, no sólo es una autobiografía al uso, es un dialogo, entre los diversos Grouchos Marx, que era Henry Julius Marx.Durante años he meditado sobre los críticos. Una obra se ha escrito ostensiblemente para cierto público, pero si los críticos la repudian, ese público nunca tiene oportunidad de verla. ¿Quién fue el primero que decidió que la función del crítico era "educar" al público? Silos asistentes al estreno salen satisfechos de la obra, ¿ por qué no ha de permitirse que el resto de posibles espectadores la vea?

Del capítulo 18, tomo la siguiente idea, frente a los actores 

En la actualidad, la estrella cinematográfica es de un raza distinta. Está bien protegida contra los problemas financieros como la Fundación Rockefeller. Tiene un agente, un experto en impuestos, un abogado y un contable. Si se porta bien, se le permite derrochar hasta 50 dólares a la semana. Muchas de ellas tienen intereses en el petróleo, en el ganado o en bienes raíces. Conozco a dos estrellas que poseen un rancho ovejero en Australia. Uno de mis amigos tiene una bolera y cuando no se encuentra en un rodaje se pasa la noche colocando los bolos.

Tal vez, yo ya esté fuera de circulación, pero mi opinión es que el Hollywood de hoy en día es una de las comunidades más formales y dignas de Estados Unidos.

DE ese mismo capítulo, una anécdota tan absurda como propia de la mente de Marx, y uno de esos comentarios en el que el glamour de Hollywood, se resume en, dinero:

La complicaciones fueron innumerables. Parece que el actor que habíamos contratado para interpretar al gorila tenía un agente, pero no una piel de gorila. Luego descubrimos que el pellejo de gorila también tenía un agente. El día en que debía rodarse la escena ambos agentes estaban en el escenario para proteger sus intereses y también para cerciorarse de que cobraban sus comisiones. Era un día excepcionalmente caluroso y los potentes focos del estudio aumentaban más el calor. La Madre Naturaleza, con su negligencia acostumbrada, se ha olvidado de equipar a los gorilas con una ventana o con cualquier otra forma de ventilación. Si lo hubiese hecho, el caballero que iba dentro de la piel hubiese podido sobrevivir indefinidamente."

En el capítulo 19, Hollywood Íntimo el comediante nos acerca no sólo a Holywood como mundo de sueños sino a las realidades de productores, actores y demás dueños del espectáculo:

El aspecto social de Hollywood no interesaba a  Thalberg. Nunca tenía tiempo para una partida de croquet o de polo, y con excepción de algún bridge ocasional, todo su interés se centraba en las películas. Nunca permitió que su nombre fuese utilizado en la pantalla. Esa clase publicidad no le importaba. Decía: 

- Si una película es buena, ya se enterarán de quién la ha producido. Y si es mala, a nadie le importa. 

Una vez le preguntamos por qué no quería que su nombre apareciese en las pantallas. Dijo:

- No quiero, porque la publicidad es algo que debe darse a los demás. Si uno está en situación de hacerse publicidad a sí mismo, significa por tanto que no la necesita.

En el mismo capítulo Marx se despacha contra la televisión, o mejor contra los malos trabajadores d el industria del cine:

No cabe duda de que durante los últimos diez años la industria se ha visto seriamente afectada por las ventajas evidentes que la televisión ofrece al público. Por otra parte, a causa de la desesperación financiera, la televisión ha dado a la industria cinematográfica una oportunidad única para desembarazarse de los centenares de incompetentes que, trabajando incesantemente, noche y día, arruinaban todas las películas en las que intervenían.

En este mismo capítulo Grocuho Marx, no ajeno a la parodia nos describe el día en un set de rodaje, pero ante todo, nos dice lo siguiente:

El plató, donde debes mostrarte espectacularmente gracioso es un almacén débilmente iluminado, con forma de antiguo mausoleo. En el suelo hay centenares de de cables y alambres, todos deliberadamente situados en posiciones estratégicas  para que tropieces con ellos tan pronto como arrastres tu fatigado cuerpo hacia el camerino que la mujer de la limpieza ha olvidado de limpiar. 

En el plató no existen posibilidades de ir al lavabo; n ningún plató de ninguna parte del mundo, Esta omisión vital siempre me ha intrigado profundamente.¿ Se explica por causas económicas , o debemos suponer que los arquitectos nunca han considerado a los actores como seres humanos, y que por lo tanto o ven razón en tal necesidad? En mis veinte años trabajando en las películas he andado centenares de kilómetros en toda clase de temperaturas, a lo largo de calles fingidas, a través de torres de Babilonia, por muelles de Marsella, por desiertos de arena, en quioscos del metro- todos, escenarios cinematográficos-, buscando frenéticamente no el amor, sino un pequeño lavabo confortable, cálido y acogedor.

Hacia las nueve menos cuarto, los operarios del paltó dejan sus barajas y los actores son llamados. Después de tres ensayos y de dieseis tomas, el director reconoce a regañadientes que tienen ya "en el bote" lo que deseaba conseguir. Esto no guarda ninguna relación con la falta de lavabos a que he aludido más arriba (pág. 221)

Otra anécdota, ya convertida en célebre frase es la siguiente:

Cierta noche, los estudios Paramount me invitaron a asistir a la proyección de Sansón y Dalila interpretada por Hedy Lamar y Víctor Mature, al terminar la película, uno  de los jefes del estudio se me acercó y me preguntó qué me había parecido.

               - Bueno- empecé, sólo tiene un pequeño defecto que..

               se encrespó inmediatamente

              - !Defecto! Qué quiere usted decir?

             Proseguí:

   - Ninguna película puede interesarme cuando el busto del protagonista es más           voluminoso que el  de la estrella.

  Transcurrieron muchos años antes de que la Paramount volviera a invitarme a una proyección 

      

Con su característico humor, las anécdotas en las que estrellas de gran calibre terminan siendo parte del repertorio de los Marx, y en las que algunos golpes que nunca recibió Groucho,  hacen parte del itinerario, los últimos capítulos nos muestran al humorista más cercano a los suyos, a sus "metidas de pata" y a su siempre, caótica inteligencia" 

   *su uso es pedagógico