Dado el impacto que pueden llegar a tener en nuestra vida, aún me sigue sorprendiendo la manera en que ignoramos algunos aspectos de la productividad personal en su conjunto, y de GTD en particular. Uno de esos aspectos, que sistemáticamente quedan relegados a las páginas de los libros y los artículos de los blogs, y que nunca se tienen en cuenta a la hora de la verdad, es el de crear una visión a largo plazo de nosotros mismos.
A largo plazo, ¿qué tendría que suceder para considerar que hemos tenido éxito en la vida? Esa es, básicamente, la respuesta que deberíamos responder para definir nuestra visión. Una respuesta que, si es sincera y completa, dará forma casi de manera automática a nuestros objetivos, áreas de responsabilidad, proyectos y próximas acciones.
La definición
Existen varias formas de expresar la visión. Algunos lo hacen mediante mapas mentales. Otros mediante collages de fotos, textos e imágenes que representan lo que quieren conseguir.
En mi caso, al igual que hago con los objetivos, prefiero la descripción textual, quizá porque soy mejor con las palabras. Pero cualquier forma es buena si con ella logramos expresar lo que significa alcanzar nuestra visión.
Como con los objetivos, la visión no es inmutable, aunque ciertamente es menos volátil. El núcleo principal permanece más o menos constante, pero todo el tiempo se nos ocurren ideas y matices nuevos que debemos incorporar a nuestra visión. Esos pequeños –a veces no tan pequeños– cambios nos obligarán a hacer correcciones de rumbo, en forma de nuevos proyectos, y en ocasiones, nuevas áreas de responsabilidad.
Por tanto, no hay un plazo de tiempo específico para revisarla, como sucede con los proyectos u objetivos. Aunque los grandes cambios en nuestra vida nos obligarán, por lo general, a revisar nuestra visión, siempre debemos estar alertas y hacer los ajustes que sean necesarios en función de los “descubrimientos” que hagamos sobre lo que nos hace felices, y de lo que queremos para nosotros, la gente que nos rodea y el mundo en general.
La dificultad
No os voy a engañar: definir una visión no es algo que se pueda hacer en 10 minutos. Generalmente es una tarea que requiere tiempo, reflexión y valor. Y como acabo de decir, en constante evolución.
Una de las dificultades más grandes que siempre he encontrado a la hora de construir mi visión es que a veces no tengo el valor de pensar en grande. A todo el mundo se nos ocurren ideas locas y fantásticas que realmente nos hacen vibrar. Pero cuando empezamos a pensar en cómo vamos a conseguirlo, se nos hace tan difícil que nos da miedo incluirlo en nuestra visión.
El truco es centrarse en el qué, no en el cómo. Fue centrándome en el “qué”, en lugar de en el “cómo”, como conseguí hacer realidad mi visión de una vida sin cargas económicas, con más libertad y llena de estímulos como la que tengo actualmente. Una vez que tuve el coraje para incluir esa idea en mi visión, poco a poco fui encontrando los “cómos”. Hasta que finalmente, en 2005, me mudé de Madrid y me fui a vivir a México.
La recompensa
Uno puede decir que cumple su visión sólo si lo siente así. No hay cifras ni plazos involucrados. Uno no siente que ya ha alcanzado su misión, sino que la está realizando todos los días, cada hora, cada minuto.
Tener una visión bien definida es la esencia de la productividad personal. Una visión clara simplifica todo el proceso de ser productivos. Las áreas de responsabilidad y enfoque emergen por sí solas, los objetivos se vislumbran con meridiana claridad, todos los elementos de GTD encajan a la perfección, y resulta mucho más sencillo recuperar la motivación y el camino cuando perdemos el control.
O dicho de otro modo, ser productivos significa cumplir con nuestra visión y, por ende, construir nuestra felicidad día a día.
Artículo original escrito por Jero Sánchez. Sígueme en Twitter.
Foto por shelby (via Flickr)Si te gusta lo que has leído, cómpartelo arriba, danos tu opinión en un comentario y considera suscribirte al blog --es gratis.
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