Malaria, tuberculosis, sida, infecciones hospitalarias... Desde la aparición de los fármacos antimicrobianos en la década de los cuarenta la Humanidad le ha ido ganando la batalla a las enfermedades infecciosas, principal causa de muerte de las generaciones pasadas. Sin embargo, esa guerra está dando un vuelco debido a la aparición de patógenos resistentes a los tratamientos. Una situación tan preocupante que la Organización Mundial de la Salud (OMS) le ha dedicado este año su Día Mundial de la Salud, que se celebra el 7 de abril. Resistencias a los antibióticos más comunes para tratar infecciones, resistencias a los antivirales más eficaces contra el VIH, resistencias contra los antipalúdicos que mantienen a raya a la malaria... la lista no tiene fin. Según el organismo internacional, el mal uso de los fármacos durante los últimos setenta años ha permitido que la lista de microbios que se han hecho fuertes a la medicación no haya dejado de crecer.
Y lo ratifica con datos. Cada año, explica la OMS, surgen 440.000 nuevos casos de tuberculosis resistente en el mundo (cepas 'rebeldes' que se cobran 150.000 vidas humanas); mientras que el parásito responsable de la malaria (responsable de dos millones de muertes al año) está aprendiendo a rechazar el último tratamiento eficaz contra esta enfermedad, la artemisina. Y mucho más cerca de nuestras fronteras, el gen NDM-1, descubierto en varias bacterias, empieza a preocupar en los laboratorios por su resistencia a los antibióticos más potentes.
No hay una sola causa, ni un solo culpable de la propagación de este fenómeno, pero la OMS sí enumera un listado de prácticas y factores que no ayudan precisamente a tener bajo control a virus, bacterias, parásitos, hongos y demás microbios. Un mal uso de los medicamentos, pobres sistemas nacionales de control de las infecciones, interrupciones y problemas en el suministro de fármacos, descoordinación internacional... El problema, añaden los especialistas, es que tratar a un paciente que no responde a la primera línea de tratamientos, obliga a recurrir a terapias de segunda línea, más caras y no siempre tan efectivas contra estos 'supermicrobios'. "La prolongación de la enfermedad, los largos ingresos hospitalarios y los tratamientos encarecen los costes sanitarios, tanto para los sistemas como para las familias", advierten. De ahí el lema elegido para esta fecha: 'Resistencia a los antimicrobianos: si no actuamos hoy no habrá cura mañana'. La situación puede ser especialmente grave en zonas donde enfermedades como la malaria son endémicas, como recuerda a ELMUNDO.es Arancha Amor, del servicio de Microbiología y Parasitología del Hospital Carlos III de Madrid. "Aquí llevamos a cabo acciones de vigilancia epidemiológica para anticiparnos y ver cómo están evolucionando los patógenos", explica. Trabajando con muestras de población procedente de zonas endémicas de malaria (bien turistas o bien inmigrantes) "podemos ver el patrón de expansión de las mutaciones responsables de las resistencias". En España, la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica reconoce que gran parte de la población sigue sin ser consciente de los peligros que entraña, por ejemplo, tomarse un antibiótico a destiempo. "Es muy importante tener en cuenta que estos medicamentos no curan las infecciones causadas por virus, como el resfriado común o la gripe, y sólo son eficaces para combatir las infecciones bacterianas. El diagnóstico correcto y la decisión sobre la necesidad de administrar antibióticos son competencia exclusiva de los médicos y en ningún caso se debe recurrir a la automedicación", recuerda esta asociación en un comunicado.
**Publicado en "EL MUNDO"