Güevonadas en Facebook

Por Paulo Mesa @paucemeher

Una docena de cosas que me comprometo a no compartir... porque tampoco a nadie le importan.

La encantadora palabra "güevonada", sobre todo para dar cuenta de imbecilidades, nimiedades, frivolidades, estolideces y estulticias... la uso abiertamente en esta entrada porque pareciera que Facebook, y en general la mayoría de las redes sociales, se han convertido en una extensiva y empalagosa vitrina para eso: güevonadas y más güevonadas. Esta entrada es para mí, tal vez a nadie le importen mis promesas, pero en todo caso me abstengo de caer en las siguientes güevonadas...

1. Estados imbéciles o inservibles

Esos estados del estilo "Aquí viendo llover", "tomando agua en botella", "esperando el metro que no llega", "caminando por un andén", "haciendo pis para irme a dormir" ¡Noooo! No y rotundamente no, en serio que no, jamás los verán de mí. Salvo que se trate de alguna broma de mal gusto que con fino sarcasmo deberán interpretar.

2. Ubicaciones y relatos minuto a minuto

Las ubicaciones y relatos hora a hora o día a día las hago solo cuando viajo fuera del país y más para que mi mamá le pueda preguntar a mi hermana "dónde estamos" y si "estamos bien", y de este modo mantener su salud mental. De resto a nadie le importa dónde estoy, qué hago y mucho menos con quién estoy.

3. Dramas emocionales

Mi vida no es el infierno, tampoco es un edén. Es una vida normal como la tuya o la de cualquiera. Soy un latino de clase media, que todos los días me pregunto por qué no vivo en Oslo, Viena, Osaka o Zúrich, pero bueno, sobrevivo decorosamente en medio de estas hermosas y amenazadas montañas de los Andes colombianos. Ahora estoy reorganizando mi vida laboral, aprendiendo a ser papá y celebrando el record de superar la barrera de los cinco años de feliz matrimonio (en serio que muy feliz), cuando la media de mis amigos y amigas está en tres años.

Tengo con qué comer, con qué pagar las cuentas, viajar y darme un pequeño gusto cada que quiero. Tengo una familia que me ama, no estoy huyendo de las balas, ni de la guerra ni de las amenazas de ningún psicópata con fusil. Gozo de estupenda salud y tengo una lista interminable de libros por leerme y de entradas de blog por escribir.

Así que, en resumen, no tengo ningún derecho a hacer dramas por nada, y en el caso de que hubiere espacio para los dramas, tampoco los publicaré en Facebook porque sencillamente ¡A nadie le importan!

4. Mis comidas del día y fotos de ella

La chocante moda de ahora: Ir al lugar que todo el mundo va, sin gracia alguna, y poner "Comiendo hamburguesa en -- con --". Odio comer solo, pero odio más contar con quién comí. De nuevo ¡A nadie le importa!

5. Gracias Dios

De una vez lo digo aquí: soy un bendecido. La vida se me da muy bien. Si Dios tiene hijos favoritos creo que soy uno de esos. Pero la divinidad todopoderosa, omnipresente y eterna, que existe antes del tiempo mismo y que ha creado todo lo que existe, no necesita ahora agradecimientos míos por Facebook. Nunca los va a tener de mi parte. Seguiremos con la línea directa a través de los silenciosos e íntimos espacios de oración, visualización y meditación. Porque ¡Aparte de la divinidad misma, a nadie le importa lo que yo tenga que agradecerle al universo!

6. Declaraciones de amor

¡A la chingada!¡Mi vida sentimental es privada! ¡A nadie le importa! Por otra parte, la gente que sabe que la quiero lo sabe porque actúo en consonancia con el afecto que les tengo. No necesitan que yo se los escriba en Facebook. El que me quiera hacer declaraciones de amor le agradezco hacerlas face to face o así sea por teléfono, incluso por Whatsapp o por el Messenger de Facebook, pero no me escriban maricadas en el muro para decirme que me quieren. También recibo declaraciones de afecto con trabajo remunerado, acciones, títulos de deuda, participaciones en negocios, activos rentables o consignaciones directas a mi cuenta bancaria. ¡Hablamos para coordinar!

7. Felicitaciones de cumpleaños

Poco a poco he ido aprendiendo que la gente que de verdad me quiere felicitar por mi cumpleaños coge el teléfono y me llama, o me escribe una chat, o me invita a un helado o arman una pequeña reunión para celebrar mi cumpleaños. El que simplemente "cae en cuenta" y sigue la alerta de Facebook ("Hoy es el cumpleaños de...") coge y escribe en mi muro. No volveré hacer felicitaciones así; como lo he venido haciendo últimamente, usaré uno de los métodos mencionados.

8. Fotos y más fotos

Exceptuando los álbumes "narrados" que hago de los viajes (tengo unas tías muy persuasivas) me niego rotundamente a subir fotos (masivas), mías, de mi familia o de mi hijo. Qué cansancio, perderme momentos importantes solo por ponerme a subir fotos. Qué molestia esta costumbre.

9. Me alejaré de "causas de moda"

Ya lo dije en La tiranía del Like, pero aquí reitero mi promesa. No planeo adoptar perritos o gaticos, porque ahora no puedo hacerlo. No defenderé el ser vegetariano porque tampoco me siento moralmente superior (¡Al diablo!, me siguen gustando los buenos cortes a la parrilla). No le daré like a fotos de niños con cáncer ni a invitaciones a dar like para que "una mamá, después de 800.000 likes le dé la gana de dejar de fumar"; ahí hay un problema serio con esa señora y yo no lo pienso acolitar.

Seguiré con mis denuncias, con mis críticas, con mi divulgación, con lo que enseñe, con lo que transforme, con lo que ayude abrir los ojos, pero me abstengo a seguir celebrando güevonadas y frivolidades.

10. Los hashtag murieron aquí

Tengo una cuenta en Twitter que abrí por curiosidad hace años para poder entender un curso de Web 2.0 al que asistí, pero no la uso para nada. La enlacé en WordPress para el blog, pero me trae solo tres visitas al mes y punto, es completamente inútil, paupérrima, no sé quién usa eso, porque de mis "amigos", si mucho el cuatro o cinco por ciento publican algo; de hecho Twitter me parece abrumador y caótico. #meimportaunculo

11. "Mira lo que pasó... lo que vino después ni te lo imaginas"

Este se volvió el estándar de la publicaciones en Facebook, bajo la mecánica de: anzuelo >> leer >> descubrir luego que es basura. Lo confieso, he caído un par de veces en esta clase de lecturas y vídeos, y por eso me comprometo a no compartirlos y mucho menos a leerlos o darles like. No esperes eso de mí, no lo haré.

12. Pésima ortografía y fuentes dudosas

Afortunadamente me rodeo de gente que escribe decorosamente bien, no tengo de que quejarme en este sentido. No obstante, me comprometo a seguir siendo un riguroso purista con la ortografía, a seguir promoviendo un léxico rico y adulto y no ese de estudiante de pre-escolar que abunda últimamente en las redes sociales. También seguiré siendo riguroso con las fuentes que cito en lo que sea que publique y que amerite citar una fuente.

Y por qué todo esto...

Porque Facebook sólo será para leer noticias, para divertirme y reírme, para mejorar mis habilidades, abrir los ojos a la realidad, aprender cosas nuevas e inspirarme con lo que me inspire. Si una publicación no cumple alguna de estas características, me tiene sin cuidado. He decidido empezar a simplificar mi vida ahí; l e saco provecho a Facebook, pero le quito poder. ¡Ah, y lo olvidaba! Facebook también me servirá para publicar las entradas del blog, para inscribirme a grupos de interés, compartir conocimiento y para mantener mi patológica adicción a Candy Crush, sobre todo ahora que estoy tan cerca de alcanzar a mi esposa...

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