Guía básica para comprar calzado y zapatillas minimalistas

Por Robertosancheze

Es inevitable, cuestión de tiempo. Cuando uno empieza a ser consciente, a darse cuenta de que algo no acaba de cuadrar en cuanto a la salud y el bienestar de los pies, tarde o temprano acaba topándose con la realidad evolutiva. Los pies, como el resto del cuerpo, son el resultado de millones de años de evolución. Su forma y su función tienen un propósito y un sentido, y si de un día para otro –unas décadas– se les impone un contexto –zapatos y sedentarismo– para el que no están adaptados, sufren, y con ellos el resto de sistemas sobre los que ejercen más o menos influencia. Lo expliqué extensamente en este artículo.

Es entonces cuando uno se plantea descalzarse y empezar a utilizar los pies como se suponía que debían ser usados, aunque sin perder de vista que otros aspectos contextuales también han cambiado y seguramente la mejor idea no sea tirar todos los zapatos a la basura y lanzarse a las calles de las ciudades en plan Tarzán. Afortunadamente, la vida moderna y el progreso nos han permitido desarrollar tecnología punta –aunque sean unos simples huaraches–, zapatos y zapatillas coherentes al mismo tiempo con nuestra herencia evolutiva y con nuestro contexto ambiental y cultural –no está muy bien visto ir al trabajo totalmente descalzo.

El calzado minimalista nos ofrece precisamente esa posibilidad, por un lado dar sentido evolutivo, estímulo vital y libertad fisiológica al pie, y por otro lado transitar progresivamente de la ortopedia de los zapatos convencionales a la vida barefoot, mantener el pie protegido frente a nuevos peligros –cristales, colillas, meados de perro en plena acera, etc.–, y evitar una más que probable exclusión social –conozco casos de barefooters extremos a los que se les ha negado la entrada a algunas tiendas, no juzgaré si lícita o ilícitamente.

En fin, cada vez más personas están interesadas en este tipo de práctica y calzado y, en mi opinión, cuando uno piensa en hacerse con unas zapatillas minimalistas debería tener en cuenta, como mínimo, los siguientes factores:

Grosor, material y flexibilidad de la suela

Para mí, algo primordial es que el grosor de la suela, que determinará la distancia entre la planta del pie y el suelo, sea el mínimo posible. A este factor hay que sumarle otros dos. Primero, el material del que esté hecho la suela, y segundo, la flexibilidad de este material. Como es lógico, no es lo mismo una goma Vibram que la suela de cuero típica de unas menorquinas.

El caso es que la combinación de estos tres factores jugará un papel fundamental en los dos aspectos que queremos restaurar cuando transitamos de un calzado convencional a uno minimalista. Por un lado, necesitamos que el nuevo calzado permita al pie moverse con total libertad, sin restricción mecánica alguna. Y por otro, queremos aumentar el grado de sensibilidad de la planta del pie y la cantidad de información que ésta pueda percibir al contactar con el suelo.

En cuanto a grosores, que es el factor más fácil de medir, lo mínimo que suele poder encontrarse son planchas de goma de 4-5 mm con los que fabricarse unos huaraches –sandalias. A partir de ahí, lo más flexible y delgado que uno puede comprar son unas zapatillas FiveFingers –las de los dedos separados–, con suelas de un mínimo de unos 3.5 mm a los que hay que añadir algún milímetro más dependiendo del tipo de tacos o escamas incorporadas para mejorar el agarre. Otras marcas, como Merrell o Vivobarefoot, cuentan con modelos ultra-minimalistas con suelas de 3 mm, complementadas con plantillas de quita y pon de 2 mm que las hacen algo más cómodas y aumentan el aislamiento térmico.

Drop o caída

El drop, sin entrar en explicaciones demasiado técnicas, es la diferencia de altura horizontal entre el talón y el antepié.

Para comprenderlo fácilmente, si miramos de perfil unos zapatos concenvionales, veremos que suelen tener la parte del talón más elevada que la de los dedos. Ese sería un drop positivo, que generalmente viene determinado por la altura del tacón del zapato o la amortiguación añadida en una zapatilla de deporte. Obviamente, los zapatos con mayor drop son los zapatos de tacón, que pueden superar la docena de centímetros –se aceptan apuestas para unos buenos juanetes; antes muerta que sencilla.

Un drop positivo impone un desnivel entre el tacón y el antepié, que afecta negativamente al reparto de cargas en el pie, provocando cambios estructurales directamente en el propio pie y el tobillo, y de rebote ciertos conflictos y desequilibrios en estructuras superiores, desde las rodillas hasta la cabeza, pasando por cadera y columna, afectando además a todos los tejidos que nos encontremos por el camino –fascia, músculo, tendón.

En mi opinión, a pesar de que en el mercado minimalista se puedan encontrar zapatos con drops bajos, de entre 4 y 6 mm, yo los descartaría y me plantearía directamente apostar por un drop 0, lo que restaura de un plumazo la diferencia natural de nivel entre talón y antepié. Aquí no hacen falta transiciones.

Tecnologías añadidas

A zapatos y sobre todo a zapatillas de deporte se les suelen añadir tecnologías que teóricamente refuerzan ciertas funciones del pie. Digo teóricamente porque, en realidad, las debilitan, al ahorrar cierto trabajo al pie y, consecuentemente, provocar carencias de estímulo –recuerda que todo lo que no se usa, lo que no se mueve, muere. Gracias a estas tecnologías, el pie y sus estructuras contráctiles se atrofian.

Las tecnologías añadidas más comunes son tres:

· Amortiguación: situada como mínimo bajo el talón. Provoca tres conflictos. Uno, como ya hemos visto, la generación de un drop positivo. Dos, la falta de estímulo de la propia función amortiguadora del pie –para algo está formado por 26 huesos y sus correspondientes articulaciones, y no por una pezuña. Y tres, la imposibilidad de ejercer la entrada a un paso natural, con el pie plano al caminar y de antepié al correr, obligándonos a entrar en la pisada con el talón sí o sí.

· Estabilidad: situada como mínimo en el puente del pie, con el pretexto de ofrecer esa estabilidad extra a, probablemente, la parte más inestable del pie. Maravillas y curiosidades de la vida, el pie ya posee su propia “placa de estabilidad”, la fascia plantar –colaborando con algunos músculos–, otra de esas estructuras atrofiadas y torturadas por el uso de calzado convencional y por falta de estímulo y movimiento. ¿A alguien le suena la famosa fascitis plantar?

· Propulsión: situada generalmente bajo el antepié, con la justificación de facilitar la fuerza de salida y despegue para cada paso. Una vez más, el pie ya cuenta con su propia “musculatura propulsora”, que viaja desde los mismos dedos hasta la base de la rodilla, nada más y nada menos. ¿Qué tal si la nutrimos con propulsiones naturales?

En este sentido, lo ideal y más minimalista es prescindir de cualquier tipo de tecnología y escoger un calzado que no contenga refuerzo alguno.

Ahora bien, en algunos casos que veremos enseguida, a veces tiene sentido contar con cierta ayuda extra.

Anchura del antepié

Otro de los perjuicios provocados por el calzado convencional, al ser tan estrechos, es que obligan a los dedos a permanecer demasiado juntos y no permiten que se muevan con naturalidad. Además de lo comentado respecto al drop, este es otro de los motivos por los que son tan comunes los juanetes, tanto en el primer como en el quinto dedo, fruto de vivir permanentemente con los dedos apiñados y bajo presión.

Un calzado minimalista “com cal” –como decimos por aquí– debe permitir una libertad total de movimiento a los dedos, para que ejecuten adecuadamente sus funciones primordiales, por un lado de equilibrio y posturales, y por otro locomotoras.

Algo a tener en cuenta es que al principio, como estamos tan acostumbrados a llevar los dedos encajonados, la sensación al tener tanta libertad es algo rara, y es fácil caer en la confusión de que la zapatilla nos va grande. Esta sensación se pasa rápido, y más cuando vuelves a ponerte unos zapatos “normales”, momento en que te das cuenta del encarcelamiento que han sufrido tus pies durante tanto tiempo.

Actividad (y grip)

¿Para qué quieres los zapatos? ¿Para ir a trabajar y usarlos modo casual? ¿Para practicar Parkour o Método Natural? ¿Para correr? ¿Y por dónde vas a correr?

Igual que no se te ocurriría jugar un partidillo de baloncesto en mocasines, dependiendo de para qué vayas a utilizar el calzado tu elección habrá de tener en cuenta ciertas combinaciones de los puntos que hemos visto hasta ahora.

He aquí cuando empieza la verdadera aventura individual, experimental de cada cual.

Puede que quieras iniciarte en el Método Natural, pero todavía no te atrevas a hacerlo totalmente descalzo. Necesitarás o bien unas zapatillas con muy poco grosor y especialmente flexibles, o directamente unas FiveFingers.

Si quieres empezar a correr por montaña, probablemente hacerlo con huaraches o con una suela muy delgada no va a ser la mejor opción. Incluso tal vez te interese que el talón esté algo reforzado, no con amortiguación, pero si con algún tipo de material más duro que “desensibilice” el impacto en el talón cuando pises alguna piedra o cuando talonees sin querer en las bajadas –ya que tu técnica todavía no estará muy pulida.

Otro ejemplo que se me ocurre y que he vivido en primera persona, por ejemplo, es cuando estás empezando con el Parkour y practicas saltos de precisión sobre muros. Al no haber desarrollado mucho tu técnica y “puntería”, es habitual aterrizar en el canto del muro justo con el puente del pie. Si tu zapatilla no tiene algún tipo de refuerzo en esta zona, puedes ver las estrellas –y realmente hacerte mucho daño.

Además, algo a prestar especial atención es el grip, al agarre de la suela. Si quieres un zapato para caminar y usar en tu día a día, tampoco es algo trascendental. Pero, de nuevo, si por ejemplo vas a saltar o a correr por terrenos resbaladizos, o si vas a practicar ejercicios de equilibrio, lo peor que puedes hacer es calzarte unas NewFeel de Decathlon, por muy minimalistas que sean. Asegúrate de comprar unas zapatillas con muy buen agarre.

Finalmente, todos aquellos que quieran un zapato minimalista semejante en apariencia a uno convencional, por aquello de no llamar mucho la atención y poder ir al trabajo con ellos, incluso vistiendo traje, pueden estar tranquilos. Marcas como Vivoarefoot están evolucionando muchísimo en esta dirección, ofreciendo cantidad de modelos, digamos, más elegantes.

Precio

He aquí otro de los grandes dilemas a la hora de comprarse calzado minimalista. Es curioso como incluso aquellos que se llegan a gastar 150 € en unas “fantásticas” Asics y 12 € en un gin-tonic consideran caras unas Merrell de 90 €.

Por otro lado, todo esto de los precios es muy relativo, subjetivo, y se puede jugar mucho con las palabras. Tanto que, al fin y al cabo, puede que estés invirtiendo 120 € en unas FiveFingers y al mismo tiempo te ahorres 500 € de fisio al año o una visita al quirófano de aquí a un tiempo.

En fin, cuando uno empieza es normal que quiera ser precavido con el tema económico. Por suerte, hay modelos que tampoco se disparan tanto.

Antes mencionaba, por ejemplo, las zapatillas NewFeel, que rondan los 10 ó 15 €, y que pueden utilizarse tranquilamente para pasear y hacer vida normal en primavera y verano, o con calcetines gordotes en invierno. Para tal servicio, unas huaraches fabricadas por uno mismo incluso pueden salir más baratas.

Después hay zapatillas no muy conocidas que tambié pueden ofrecer prestaciones fantásticas. Recientemente he adquirido unas Feiyue para mis sesiones de Parkour y Locomoción Natural, unas zapatillas concebidas en el contexto de las artes marciales, anchas de antepié, ligeras, de drop 0 y con un grip excelente, por las que invertí 24 €.

De todas formas, como para el calzado convencional, en el mercado minimalista la relación calidad-precio suele ser bastante coherente. Cuando buscas algo duradero y para usar intensivamente, no vas a tener más remedio que gastarte como mínimo unos 100 €.

Marcas

En cuanto a marcas, hay de todo y para todos los gustos. Incluso, como es normal, cada marca ofrece diversos modelos que escoger según características, calidades, intensidad de uso, etc.

Lo único que puedo aconsejar, por experiencia, es que al entrar en un mercado relativamente nuevo, lo más seguro es optar por marcas especializadas como Merrell, Vivobarefoot, FiveFingers, ZemGear, etc. En un nivel intermedio hay cositas de New Balance que no están mal. Y al final de todo, las aproximaciones de Adidas o Nike, por ejemplo, dejan mucho que desear.

Conclusiones finales

Como ves, esto del calzado minimalista es todo un mundo y, por mucha información que puedas encontrar en internet, al final tienes que armarte de valor, dar el paso definitivo, sacar a relucir tu autenticidad –has comprendido y eres consciente de la necesidad de vivir descalzo–, y lanzarte a la experimentación. No hay otra.