Previamente, los investigadores habían añadido a la seda colorantes, agentes antimicrobianos, polímeros conductores y nanopartículas, ya fuera tratando la seda hilada con los aditivos o, en algunos casos, alimentando directamente a los gusanos con los aditivos. Los gusanos de seda son larvas de polillas que se alimentan de hojas de morera y producen sus famosos hilos a partir de una solución de proteína de seda producida en sus glándulas salivales.
A diferencia de la seda regular, las sedas mejoradas con carbono son dos veces más resistentes y pueden aguantar por lo menos un 50% más de estrés antes de romperse. El equipo de investigadores calentó las fibras a 1.050 ° C para carbonizar la proteína de seda y luego estudiaron su conductividad y la estructura.
Sin embargo, todavía hay interrogantes. Una de ellas es cómo exactamente los gusanos de seda incorporan los nanomateriales a su seda. Otra es qué porcentaje de los nanomateriales consumidos por los gusanos va a parar a la seda, contra los que son eliminados o metabolizados de otra forma. Los materiales de carbono no son visibles en las secciones transversales de los hilos de seda, tal vez porque el contenido de nanopartículas es bajo, dice Zhang. La respuesta a estas preguntas puede ser una tarea para los biólogos, añade.
Este trabajo proporciona una "manera fácil de producir fibras de seda de alta resistencia a gran escala", dice el científico de materiales Yaopeng Zhang también de la Universidad de Donghua, quien ha alimentado gusanos de seda con nanopartículas de dióxido de titanio para crear sedas súper resistentes a la degradación ultravioleta. La conductividad eléctrica de la seda reforzada con carbono podría convertirla en un material apropiado para el uso de sensores incorporados en textiles inteligentes, y capaces de cosas como leer las señales nerviosas, dice.
Este artículo se reproduce con permiso de Chemical & Engineering News (© American Chemical Society). El artículo fue publicado por primera vez el 5 de octubre de 2016.