Böels (1999) distingue las siguientes:
Habilidades del proceso: son las destrezas necesarias para la buena comunicación y relación durante la entrevista. La cantidad y calidad de la información que se recoja dependerá de una buena comunicación. Será importante atender a las respuestas del paciente/entrevistado, resumir la información que suministra, formular preguntas sobre la información facilitada con anterioridad o establecer un buen contacto ocular.
Habilidades del contenido: es fundamental que el profesional/entrevistador disponga de conocimientos sólidos sobre psicopatología de la infancia y la adolescnecia. Una entrevista diagnóstica debe incluir necesariamente la exploración de la sintomatología de diferentes trastornos para poder delimitar lo más claramente posible el problema del niño y realizar también un buen diagnóstico diferencial, y los parámetros del problema (frecuencia, intensidad y duración).
Habilidades cognitivas: es el procesamiento de la información que hace el entrevistador mientras está realizando la entrevista (generar hipótesis diagnósticas, formular nuevas preguntas para comprobar las hipótesis, refinar las hipótesis…).
“Todas estas habilidades pueden ser aprendidas”