El perro del ermitaño 1993 © Sylvia Plachy
Budapest 1991 © Sylvia Plachy
“La vida y el arte tiraban de mi en direcciones opuestas y aún lo siguen haciendo. Pero ahora, después de 25 años haciendo fotos, mi cuerpo se pliega a sus demandas. Estrábica, ya no sigo caminos paralelos; mi ojo derecho busca, hambriento, visiones, mientras mi ojo izquierdo se encarga de que no tropiece. Llevo conmigo esos pesos pesados, mis cámaras, a donde quiera que vaya. Quizá, sin anclas, flotaría”.
“Diez noches antes de morir; mi amigo, el maestro de la fotografía André Kertész, tropezó y cayó al suelo cuando volvía a la cama después de apagar la luz del pasillo. Como tenía 91 años y fiebre, no tuvo fuerzas para levantarse, y se quedó dormido allí mismo, sobre el suelo de su apartamento. Cuando el alba, abrió los ojos: <<¡Qué curioso! Qué luz tan agradable…Qué perspectiva tan interesante.¿Dónde estoy?>>”
© André Kertész
“A veces cuando menos lo espero, veo una escena que ya había visto antes en una fotografía de Kertész, Lartigue o Sander. Y aunque a veces dudo, hago la foto como una forma de quitarme el sombrero ante un maestro”.
New York 1988 © Sylvia Plachy
“En una sesión fotográfica, ofrecemos nuestra mejor imagen para la inmortalidad. En Hungría, el verbo que se emplea para decir <<fotografíar>> es megörökiteni y significa <<hacer que algo dure para siempre>>”
© Sylvia Plachy
Las imágenes en los espejos y las ventanas, nunca duran. Los reflejos en un charco son muy breves, pero cuando atrapo una visión a través del objetivo de mi cámara, no puede escapar”.
London 1993 © Sylvia Plachy
“Al pasar junto al escaparate me sorprende ver mis reflejos, parezco tan arrugada y cansada. Miro hacia otro lado. El espectro me sigue, asomando por aquellas superficies reflectantes, insistentemente. En el suelo, me acecha en forma de sombra. Solíamos ser como gemelos. Pero, hoy, le doy la espalda y me dispongo a reflejar el mundo”.
Mississippi 2009 © Sylvia Plachy
La mayoría de los marcos mueren con las fotografías a las que están unidos. Quizá una excepción sean los marcos que contienen fotografías de personajes políticos. Estaba en Belgrado, en 1992, después de que cayera el telón de acero, con Yugoslavia en guerra. En la pared de la oficina de un burócrata colgaba todavía un marco vacío en el que antes había figurado el retrato del mariscal Tito, un hombre que había sido él mismo, durante mucho tiempo, el marco de aquella nación discordante.
Dachau 1995 © Sylvia Plachy
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