Hacer pequeña la tristeza (y seguir soñando)

Por Masqueudos

Tengo a veces una sensación de tristeza metida en el cuerpo que no me puedo quitar, y ni siquiera sé por dónde empezar a explicarla. Porque no tiene que ver con la salud, ni siquiera con la pandemia. He luchado mucho porque mi trabajo saliera adelante en circunstancias adversas y no soy capaz de alegrarme del todo. No es la incertidumbre ni el miedo. No sé cómo llamarlo.

En realidad tiene que ver con el hecho de que nunca he tenido los mismos sueños que el resto de las personas “normales” ni siquiera la misma sensibilidad. Si mezclas esos dos factores, tienes un cocktail explosivo que me cuesta mucho gestionar. Porque nunca he soñado a lo loco ni soy una cabeza rota, al contrario. Siempre intento llegar hasta donde puedo. Si confío en mi trabajo, llegaré con él hasta el final. Si creo en que económicamente será viable, lucharé por hacerlo realidad. Viajo y compro lo que me puedo permitir. Me dejo llevar mucho por la ilusión, es cierto, pero siempre con una fuerza de voluntad terrible y los ojos bien abiertos. 

Y entonces tengo que recordar que soy autónoma y vivo en un panorama precario. Que hoy puedo tener suerte y mañana perder todo lo que he logrado, es así, así que no debería tener derecho a soñar con una casa o con una familia porque no puedo asegurar que pueda mantenerlo. Cómo no venirse abajo… si lo que para otras personas es parte de crecer y de hacer planes nuevos para mi se convierte en inseguridad y dolores de cabeza. 

A veces me gustaría no pensar tanto y VIVIR con mayúsculas sin tener que pensar en qué será mañana. Solo quiero eso, la tranquilidad de confiar en que las cosas, algún día, serán fáciles para mi en lugar de convertirse en pruebas tan complicadas. Alguien me dijo un día que soy yo la que las complico al pensarlas tanto y ojalá fuera así, ojalá cerrar los ojos y soñar y abrirlos y ver que no era un sueño, que puede pasar. Que me lo merezco. Que me lo he ganado. Que lo he hecho bien. Que ha merecido la pena el esfuerzo.

Mientras tanto hay que cerrar los ojos, hacer pequeña la tristeza y seguir soñando.