Tradicionalmente el haiku, así como otras composiciones poéticas, buscaba describir los fenómenos naturales, el cambio de las estaciones, o la vida cotidiana de la gente. Muy influido por la filosofía y la estética del zen, su estilo se caracteriza por la naturalidad, la sencillez (no el simplismo), la sutileza, la austeridad, la aparente asimetría que sugiere la libertad y con ésta la eternidad.
una isla de oro
con playas del olvido
todas las tardes
hoy el rocío
borrará la divisa
de mi sombrero
春はうつろな胃袋を持ちあるく
Haru wa utsurona ibukuro o mochiaruku
SANTÔKAPrecisamente en primavera,
esta sensación de vacío…
¡En el estómago que llevo a cuestas!Un haiku lleno de matices, de intención poética. Comienza con un Haru wa, “precisamente en primavera”, “no sé si sucede en otra estación del año, pero lo que es en primavera…”. Nos produce un cierto suspense lo que vaya a continuar diciendo. La primavera –poéticamente hablando- es uno de nuestros totem sagrados y recelamos que pueda sacársele la menor falta. La segunda palabra es utsurona, “vacío”. Pero no vacío como está un frigorífico antes de hacer la compra, sino vacía como está la habitación de un hijo tras su muerte. Será el mismo adjetivo japonés que emplearemos para “tener la mirada perdida” o “tener la cabeza ida”, para “un corazón que no ama”, “una vida sin sentido”, o “una palabra ociosa”. Cabría esperar para este adjetivo un sustantivo que mantuviese el nivel de emotividad. Y es precisamente entonces cuando Santôka rompe el aire meloso del poema con una palabra vulgar: ibukuro (“estómago”). Automáticamente, el adjetivo “vacío”, que corresponde gramaticalmente a “estómago” trata de separarse todo lo que puede de su obligado sustantivo y acercarse artificialmente a la “primavera” que dio origen al haiku. Santôka no ha seguido las leyes del habla común, que habría dicho “estómago vacío” de otro modo: karappo no ibukuro. Porque quería cogernos por sorpresa. Si no traducimos el haiku palabra por palabra, tal como se va produciendo en la mente del poeta y tal como luego lo expone en el original, la intención de Santôka se nos pierde.una campana
tan sólo una campana
se opone al viento
cuando uno viaja
también viaja con uno
el universo
no sabe no contesta
pero estornuda
Para concluir, el cuarto verso acaba la broma: es un estómago que no sirve para otra cosa que para cargar con él mientras se camina. En resumen, componen este haiku dos palabras que nos han elevado a los cielos de la sensibilidad y dos que nos han hecho esbozar una sonrisa de pura realidad. Ambos aspectos del mundo –lo sublime y lo terreno- comparten haiku con una fractura en su exacto centro. La intención de Santôka no puede ser más malévola. Es un haiku que echa a la cara de los románticos, un golpe artero dirigido al hígado de una cultura literaria proclive a la contemplación desde las terrazas de los palacios.
+
melancólico
abro la caja vieja
allí estamos
tu recuerdo va
en la lluvia cayendo
diluyéndose
las añoranzas
son menos añoranzas
cerca del río
el que se queda
dormido entre laureles
sueña entre abrojos
cada suicida
sabe dónde le aprieta
la incertidumbre
la rabia dulceno sirve sólo vale
la rabia amarga
sobre la rama seca
un cuervo se ha posado
tarde de otoño
por este puente
transcurren ilusiones
y contrabandos
inmóvil juego
disfrazado de nada
nunca el mismo
sin ti ya no soy
sin ti no siento nada
sin ti música
callan las cuerdas - la música sabía - lo que yo siento
un exiliado
lo será de por vida
y de por muerte
de la escritura
sólo el apocalipsis
nos acompaña
me siento triste
acordándome de ti
y de tus poemas
que rojo las ví
un otoño bonito
hojas de arce
cuántos semáforos
para encontrar la senda
del viejo escrúpulo
visión en sombras
llora una anciana sola
la luna como amiga
el bosque crea
nidos juncos en fin
vocabulario
los pistoleros
no se arrepienten piden
mejores cómplices.