Tenemos las ideas preconcebidas por creencias absurdas. ¿Acaso crees que tener pareja es lo mismo que tener amor? Si crees que sí eres absurdo/a. Yo puedo amar a alguien y que no sea mi pareja, puedo convivir con alguien y no amarlo; por tanto las razones por la que elegimos a nuestra pareja son de lo más variadas y, muchas veces, equivocadas.
Acaso no hay personas que eligen estar en pareja por : no estar solas, tener cierta edad y pensar que no van a encontrar a nadie mejor, tener una compañía, seguridad económica, mantener un estatus social o porque “tengo una edad” y la presión social me empuja a emparejarme con el primero que venga.
No te engañes, aunque seguro que te auto-engañas… si escoges y te has equivocado, el/la único/a responsable eres tú. Si tu pareja no constituye un área de comprensión y desarrollo personal puede desarrollarse en un espacio de soledad y sufrimiento. No te engañes, a tus padres o hijos no los escoges, y si no te gustan o los soportas o te alejas. A tu pareja sí la escoges, entonces, ¿por qué te cuesta tanto replantearte tu situación?
Quizás alguna de las creencias que tenemos condicionadas te ayude a entender por qué cuesta tanto aceptar tu equivocación con la elección de pareja.
Media naranja : la fusión, ser uno con el otro. “Parece que le/la conozco de toda la vida” “Es igual que yo” “Piensa lo mismo” “Sabe y conoce lo que quiero”… estas son algunas de las frases que manifestamos en el clímax del enamoramiento, cuando nuestro cerebro, a causa de los neurotransmisores, roza la estupidez.
El mito de la media naranja la hemos oído en multitud de películas y novelas pseudo-románticas, hasta tal punto que ha formado parte de una creencia social. Esta creencia o metáfora de la pareja que es tu alma gemela, que hay alguien en el mundo que te espera porque te corresponde, el hilo rojo que te une y otras necedades son más propias de creerlas las personas con falta de autoestima y carencias afectivas severas.
El caso es que con nuestra necesidad de sabernos amados por alguien, quien sea, elegimos mal, al primero/a que nos hace caso, pensando que ese individuo/a es quien nos completa. No, no hace falta que nadie te complete, ¿acaso estás cojo/a?, necesitas a alguien que te complemente. Pero para alcanzar el complemento necesitas conocerte, cuestionarte tu competencia emocional y tus necesidades. Sin conocerte, sin completarte a ti misma/o no eres libre de elegir, elegirás por necesidad, pero lo justificarás como tu media naranja o alma gemela.