Giorgio Armani es fiel a las siluetas delicadas, de corte romántico en telas fluidas. Muy de los años dorados de Hollywood, podría decirse. Se pudieron ver vestidos de noche, pero también shorts y chaquetas, todo en colores pastel. Una vez más una bonita colección para Armani Privé.
Alexandre Vauthier siempre me recuerda mucho a los desfiles de Versace porque en ambos se apuesta por intentar ser sexy enseñando piel a través de amplias aberturas. En esta ocasión, Vauthier presentó una colección donde el negro y el verde militar eran los protagonistas, ya que su colección se inspiraba en los pilotos.
No he visto a nadie tan coherente con su propia trayectoria y con la casa con la que trabaja en el mundo de la moda como a John Galliano. Sabe hacer suya le esencia y la historia de la firma para que diseña, pero a la vez le imprime su propio sello. En este caso, en Martin Margiela, puede jugar mucho más con el surrealismo, sin olvidarnos de la teatralidad que siempre le acompaña. Prendas deconstruidas y estampados han sido claves en esta colección, donde los abrigos también han jugado un papel importante.
El gran Jean Paul Gaultier volvió a llevar el exceso y la fiesta hasta las pasarelas. Donde llega él hay color y grandes dosis de histrionismo. En este caso las modelos recordaban a los 80 y la estética punk.
Viktor&Rolf volvieron con más de lo mismo: prendas que parecen esculturas inspiradas en cuadros. Esta vez la camisa blanca formaba parte importante, ya que era la base sobre la que plasmaban la idea.
Otra colección más, la rusa Ulyana Sergeenko, toma como referencia su tierra para inspirarse y presentarnos una colección elegante y diferente, en la que el lujo siempre está presente.
Créditos: WWD, Vogue.