Los niveles insuficientes de vitamina D no sólo se asocian con el riesgo de osteoporosis y enfermedad cardiovascular, sino que existe evidencia científica suficiente para vincularlos a la aparición de diversos tipos de cáncer, como mama, colon y próstata y, en menor medida, pulmón y ovario.Y en sujetos oncológicos la agresividad tumoral parece dispararse. Así lo avalan los referentes mundiales en este campo que participaron en el simposio Vitamina D y cáncer: promesa o realidad, auspiciado por la Fundación Ramón Areces la semana pasada en Madrid.
El déficit de vitamina D es uno de los problemas biomédicos mundiales más importantes, porque el número de afecciones relacionadas va en aumento. Por poner un ejemplo, la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer publicó, en noviembre de 2008, un estudio sobre esta relación que contaba con la participación de 22 expertos internacionales y demostró que la mayoría de tumores colorrectales se liga a la falta de la vitamina. Asimismo, “ensayos en enfermeras de Canadá y Estados Unidos han demostrado que el riesgo de cáncer de mama está afectado por los niveles circulantes de vitamina D”, explica Michael F. Holick, del Centro Médico de la Universidadad de Boston (Estados Unidos).
Terapia preventiva
Respecto a la progresion de la enfermedad, trabajos clínicos realizados por el Instituto del Cáncer de Roswell Park (Estados Unidos) concluyen que algunos tumores parecen volverse más agresivos cuando se da esta carencia vitamínica. “En el hospital el 70 por ciento de afectados presenta en el momento del diagnóstico insuficiente vitamina D, lo que favorece la agresividad en su desarrollo”, indica el presidente del centro, Donald L. Trump. Estos resultados han planteado la posibilidad de trasladar el efecto preventivo de la vitamina al tratamiento, para su uso en monoterapia o en combinación con quimioterapia. Estudios in vivo demuestran que muy elevadas dosis de vitamina D pueden matar células tumorales, “aunque se requiere un seguimiento médico amplio que elimine toxicidades”, advierte. El segundo gran grupo de patologías ligadas a esta circunstancia son las autoinmunes e infecciosas.
“Trabajos realizados en Japón han visto que la terapia en niños con dosis adecuadas consigue frenar el desarrollo de infecciones, como la gripe, el resfriado y la tuberculosis”, añade Holick. En autoinmunes se sabe que protege frente a esclerosis múltiple y artritis. También están implicadas la enfermedades cardiovasculares, como hipertensión, diabetes e ictus. Holick recuerda que al menos 200 genes expresados en el músculo cardíaco son regulados por la vitamina D.
Estudios americanos, europeos y españoles demuestran que tres cuartas partes de la población presenta niveles muy reducidos de vitamina D gran parte del año. La explicación, matiza Alberto Muñoz, del Instituto de Investigaciones Biomédicas Alberto Sols, en Madrid, se encuentra en que “el 90 por ciento proviene de la exposición solar y sólo el 10 de la dieta”. A España le perjudica otro problema.
Históricamente se pensó que en países mediterráneos, con más horas de sol, no hacía falta suplementar. Sin embargo, “ahora se ha visto que tenemos los mismos defectos que las regiones nórdicas”, indica Franco Sánchez, jefe del Servicio de Endocrinología del Hospital Carlos III, de Madrid.
Exposición solar
En los meses de verano, la exposición solar durante 10 ó 15 minutos sería suficiente, pero los rayos invernales no producen el mismo efecto en el organismo. Se considera que un nivel mínimo de 20 ng/ml de vitamina D asegura una buena salud ósea, pero al referirse a la prevención de otras patologías la cifra se eleva hasta los 30.
¿Cabría entonces una suplementación universal? Los expertos apuestan por ella, aunque en España todavía no existe un medicamento específico para hacerlo. Sánchez aboga por el aporte a través de alimentos, pero en personas que ya sufran el déficit no hay forma de corregirlo por esta vía, tal y como consta en una revisión realizada por el equipo de Holick y publicada en el New England Journal of Medicine.