Hay que eliminar las condiciones ideales para la difusion del COVID 19

Por Jesus Gutierrez @saludymedicina

Relajar las restricciones ante el COVID-19 cuando un gran número de personas permanece sin vacunar es intrínsecamente riesgoso ya que promoverá la evolución de nuevas cepas que son más transmisibles y más propensas a evadir la protección de las vacunas actuales. Mantener el uso obligatorio de mascarillas y comenzar a vacunar a los niños seria una buena estrategia.

Las nuevas variantes pueden ser más peligrosas para los niños y ciertos grupos vulnerables, como los pacientes trasplantados con sistemas inmunológicos comprometidos, ya que pueden escapar a la protección que brindan las vacunas existentes. Incluso en países donde la vacunación ha reducido el número de hospitalizaciones y muertes. El elevado número de casos y el gran número de personas no vacunadas proporcionan un recipiente de mezcla en el que pueden surgir nuevas variantes.

Cada cambio en las proteínas que conforman al SARS-CoV-2, tiene el potencial de interferir con la capacidad del sistema inmunológico para reconocer y alterar el virus, lo que reducirá la protección proporcionada por una infección o vacunación anterior. Del mismo modo, un mayor número de casos conduce a cambios que permitan que una variante se propague más fácilmente, lo que le da una ventaja competitiva sobre todas las demás cepas.

Durante el curso de la pandemia, una sucesión de variantes más transmisibles se han convertido en las cepas dominantes dentro de las poblaciones. Aunque las vacunas han reducido la tasa de mortalidad por COVID-19 en algunos países, siguen existiendo muchas personas clínicamente vulnerables con alto riesgo de enfermedad grave o incluso de muerte si contraen la enfermedad.

Los niños, los clínicamente vulnerables, como los pacientes que toman inmunosupresores, los que eligen no vacunarse o los que no pueden recibir una vacuna corren un mayor riesgo al relajarse las restricciones contra el COVID-19 ya que la selección natural favorecerá la propagación de variantes a través de estas poblaciones que no están protegidas por la vacunación.

Para disminuir el ritmo de evolución del virus se requiere que actuemos con rapidez y decisión, reduciendo el número de personas con la infección mediante el uso de vacunas, en combinación con otras políticas de salud pública. Relajar las medidas ahora sería bajar la guardia en medio de la batalla, y nos colocaría en una desventaja significativa en la carrera armamentista contra el virus.