He perdido mi trabajo, mi futuro se vuelve incierto

Por Karlos Karlos Betancurt @Ayuda_Psic

Por Psic. Iliana Barboza * Ayuda Psicológica en Línea - Psicólogos por Internet

“No somos conscientes de las satisfacciones del trabajo hasta que lo perdemos” -Jorge Sosa

La pérdida de un empleo, ya sea por destitución, despido, fusión de empresas, pensión o jubilación, puede producirnos diversas reacciones, las cuales son muy similares a las causadas por el fallecimiento de un ser querido, aunque pueden presentarse en menor intensidad. Es importante aprender a manejar estas situaciones que además de desencadenar crisis económicas, en muchos casos, pueden producir crisis emocionales que atentan contra la paz y el sosiego familiar. La situación puede agravarse cuando no aceptamos esta pérdida y no nos preparamos para afrontar la nueva realidad.


Tras un despido, la persona necesita superar un periodo de duelo, o adaptación emocional a la pérdida, antes de buscar un nuevo empleo. Muchos afectados reaccionan sumiéndose en la pasividad o bien enviando currículums de forma compulsiva antes de haber aceptado su nueva situación, explican Elena García Pont y Carles Polo, consultores de Desarrollo Profesional de la firma Evoluciona_t.


El duelo comienza a partir de la pérdida. Dejamos de tener algo y nos duele, regularmente el trabajo nos relaciona socialmente y nos aporta una personalidad propia y con su pérdida todo esto se altera.


El duelo pos-despido es un periodo de duración variable que, si no se controla, puede llegar a entorpecer la búsqueda de empleo o incluso derivar en un problema psicológico; la profundidad y duración de éste depende de muchos factores, por ejemplo, cuánto tiempo se llevaba trabajando en la empresa, el grado de satisfacción, la relación con los compañeros, el motivo de la desvinculación entre otros.


Cuando la persona ha laborado por muchos años siente una gran pena, decepción y tristeza pues, además de perder su trabajo, siente que pierde también buenos compañeros y amigos cultivados durante su permanencia en él.


Los pensionados y jubilados también pueden experimentar este proceso de duelo, lo ideal sería que después de haber trabajado por muchos años, la persona se sienta recompensada y pueda disfrutar de una vejez cómoda, dedicándose a actividades placenteras y recreativas junto a sus seres queridos. Esta realidad no es la misma para todos los pensionados ni para todos los que se jubilan, además de que el monto de la pensión es significativamente menor al del salario, muchas personas sienten que el estar pensionado o jubilado, en lugar de ser una recompensa constituye un castigo.


Pensamientos recurrentes y destructivos como: “Estoy viejo y creo que ya no sirvo para esto” es bastante común entre estas personas. El que se ha refugiado en su trabajo por soledad experimenta además temor. ¿Ahora qué hago con mi vida? Los pensamientos sobre la proximidad de la muerte son cada vez más frecuentes. Muchos manifiestan una marcada melancolía, un constante malhumor, una mayor cantidad de enfermedades y, en algunos casos la pérdida de la salud se deteriora hasta que la persona fallece. El pensionado pierde por partida doble. El no trabajar lo hace sentir aún peor, porque no se siente útil, siente que es una carga y tampoco puede utilizar el trabajo como una distracción.


El duelo pos-despido consta de varias fases, aunque no todos los afectados las experimentan con la misma intensidad o en el mismo orden:


  • Negación: el pensar que esto no puede pasarme a mí.
  • Ira: al preguntarte por qué te han echado a ti y no a otro, seguido de la lucha por recuperar ese puesto y la tristeza cuando por fin eres consciente de que el despido es un hecho.
  • Aceptación: momento en que la persona ya está preparada para afrontar de nuevo la búsqueda.

A nivel psicológico además, la persona puede sentirse inferior al pasar a una situación más desfavorable; la sociedad en este caso también juega un papel importante ya que ejerce presión sobre el individuo. A todo esto hay que sumarle la situación económica de cada persona que, definitivamente, influenciará en su proceso de pérdida maximizándolo si ésta es desfavorable.



He perdido mi trabajo, ¿Qué puedo hacer?



La pérdida de un trabajo comporta un cambio importante en la vida de una persona ya que debe adaptarse a una situación distinta de la que estaba viviendo hasta este momento, la aceptación de este cambio aunque difícil puede resultar ventajosa si se gestiona de manera adecuada.


  • Seguir manteniendo hábitos es sumamente importante. No hay que dejar de levantarse temprano porque “ya no se tenga un motivo para hacerlo”; es decir, hay que seguir manteniendo un horario de sueño saludable, lo que significa que se dormirán 7-8 horas dentro de un horario conveniente.

  • Planificar los días de modo que la persona sepa qué quiere hacer cada día y así evitar entrar en un círculo de no actividad a medida que pasen los días. Del mismo modo, debido a la posible aparición del sedentarismo, dentro de la pauta de actividades diarias no está de más añadir el ejercicio, así como las convenciones sociales con familiares y amigos.

  • Aprovechar la oportunidad, la pérdida de empleo supone un duro golpe para la persona acostumbrada a trabajar, pero también puede verse como una alternativa para aplicar mejoras. Quizás dentro de esta situación es el momento idóneo para formarse, para emprender o para pensar hacia donde queremos encaminar nuestra vida y fijarnos metas de modo que no siempre tiene por qué verse esta pérdida como algo negativo.

  • No castigarse y no pensar que la culpa es de uno mismo ya que existen muchos factores por los cuales se puede perder un trabajo. Hay que procurar recordarse a uno mismo su valía y no auto compadecerse para poder afrontar la realidad, además de saber aprovechar el cambio que acaba de producirse, pues nunca se sabe hacia dónde le puede conducir.

  • Visualizar el cambio, es muy importante que vea este momento de su vida como un periodo de transición, y como tal recuerde que cambiará, de esta manera también podrá evitar el sumirse en pensamientos negativos que lo único que harán será agravar el sufrimiento psicológico asociado a la pérdida.

REFERENCIAS


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