Hendrik Petrus Berlage: Un hombre honrado

Por Arquitectamos
Hace dos meses escribí una entrada en la que hablaba de mi torpeza como diseñador y, de paso, me metía con Berlage. Lo llamé "mediocre o, al menos, no brillante", aunque valoré su gran solvencia y su enorme capacidad de trabajo. No me quedé a gusto habiendo sido tan mezquino con él y prometí dedicarle una entrada un poco más justa. Bueno, pues todo llega.
En primer lugar, hay que decir que Berlage es un arquitecto reconocido. En su país lo tienen por un personaje ilustre, y lo demuestran a menudo como se suelen demostrar estas cosas.
Holanda: Personajes. 1954
Holanda. Arquitectura moderna. 1955
 Holanda. Grandes momentos holandeses del S.XX, 1999
Holanda sin límites. Indonesia. 2012
Tarjeta telefónica, 1999
Perdonadme este exordio que ocupa mucho y aporta muy poco, pero es que soy un frikicoleccionista y me llaman la atención estas cosas. Creo que dos de los signos más claros de haber triunfado en la vida es que le pongan tu nombre a una calle o plaza de tu pueblo y que te saquen en un sello de correos. Y con las imágenes que he puesto se nota que los holandeses siguen apreciando a Berlage al cabo de los años.
Hendrik Petrus Berlage es un hombre muy honrado por sus compatriotas. Y además fue un hombre honrado.
Berlage fue un arquitecto de muchísima importancia. No fue un gran creador, un hombre de talento excepcional, no, permitidme que insista, pero fue un gran profesional y una persona lúcida, muy lúcida.
Cuando ganó el concurso de la Bolsa de Ámsterdam lo hizo con un diseño neomedievalista, interesante pero anclado en el pasado, y que conservaba algunos de los tópicos de la arquitectura holandesa (o, si preferís, nordeuropea) tradicional.
Podríamos decir, tal vez exagerando solo un poco, que ganó el concurso porque su diseño era el mejor de entre todos los diseños anodinos y esperables que se habían presentado.
Bolsa de Ámsterdam. Primera propuesta. 1896
Sin embargo, después de haber ganado modificó varias veces su propuesta. No fueron modificaciones radicales, pero de alguna forma simplificaron un poco la ornamentación y, si se puede decir, avant la lettre, "modernizaron" el edificio.

Bolsa de Ámsterdam. 1898
Suprimió el volumen que sobresalía de la fachada sur, que en cada modificación se iba aplanando y limpiando más. También fue simplificando la torre de la esquina suroeste, quitándole pináculos y remates.
Todo esto puede parecer hoy muy trivial, pero en ese momento indicaba una determinación muy clara y voluntariosa.
En dicha modernización fue fundamental la influencia de la arquitectura estadounidense. Berlage estaba muy interesado por el neorrománico de Richardson (una remota intención "moderna hacia atrás", yendo hacia el progreso mientras buscaba una nueva edad media remozada), por la protomodernidad de Sullivan (la forma sigue a la función) y, sobre todo por la ya clara nueva mirada de Wright. Aunque sea de manera aún incipiente y tímida, apreciamos en la bolsa de Ámsterdam grandes paños planos de ladrillo y una cierta contención del ornamento, que a menudo se aplasta en el muro sin apenas relieve, lo que refuerza la planitud de los paños y, diríamos, su "limpieza" geométrica.
Bolsa de Ámsterdam. El fuste de la columna y, sobre todo, su capitel, se adaptan a la autoridad y al rigor del plano de la fábrica. Intento de modernidad  desde la austeridad e incluso desde una cierta ascética.
Lo mismo: Los balaustres quedan cortados bruscamente por el plano irrebasable. 
Cuando estaba terminando la bolsa tuvo noticia de que Wright estaba construyendo el edificio Larkin, que le entusiasmó.
En 1911 viajó a los Estados Unidos para conocer la obra de sus admirados americanos. Pero allí constató (como ya se imaginaba) que las de Richardson y las de Sullivan palidecían ante las de Wright.
Volvió a Holanda convertido en un apóstol. Pronunció conferencias y escribió sobre Wright, e hizo proselitismo wrightiano entre los jóvenes arquitectos holandeses.
Zevi(1) dice de Berlage: "No trató nunca de ser un 'wrightiano': conocía sus límites, pero poseía la inteligencia y la generosidad suficientes para indicar a sus discípulos los caminos para superarlos".
A mí eso me parece emocionante: El viejo maestro neorrománico que ve que ese dulce epitafio no conduce a nada y que hay que dar un salto, pero se ve incapaz de darlo, tal vez por edad (en 1911, cuando conoció personalmente a Wright y a su obra, tenía cincuenta y cinco años) pero más seguramente por actitud y aptitud(2), y se dedica con entusiasmo a animar a sus dicípulos (entre los que está Oud, uno de los arquitectos fundadores de De Stijl) y a cualquier joven que le quiera escuchar a que lo sean(3).
Permitidme que le llame a Berlage mediocre por última vez. Si utilizo esta palabra es por comparación con los arquitectos que verdaderamente han revolucionado la arquitectura y han creado obras prodigiosas. Que conste que solo lo digo comparándolo con esos gigantes. Pero si lo comparo con el tono medio de la profesión despunta claramente, y si lo comparo con el tono medio de la soberbia, la vanidad y la petulancia humanas descuella ya a lo grande como un héroe.
Un arquitecto triunfador, muy digno, ya casi provecto, un buen burgués plácido, con una vida resuelta y exitosa, tuvo el valor, la humildad y la enorme generosidad de no querer subirse a los falsos púlpitos y podios que le brindaban, sino de ensalzar al genio americano que jamás habría hecho nada parecido por nadie.
Sin ser ningún vanguardista dio munición simultáneamente a los opuestos De Stijl y a Wendingen, y además, en su vejez, acopiando todas las fuerzas que le quedaban y su mayor lucidez, realizó la que para mí (y para muchos) es su obra maestra.
TO BE CONTINUED
Notas.
(1).- ZEVI, Bruno,
Storia dell'architettura moderna
(Trad. cast. de la 5ª ed. italiana por Roser Berdagué, Historia de la arquitectura moderna, 1980, Editorial Poseidón, Barcelona, pp. XV+681; cita en p. 69).
(2).- Excusas: Más adelante va a diseñar el Museo Municipal de La Haya, en mi opinión su mejor y más moderna obra.
(3).- Por cierto; el otro arquitecto fundador de De Stijl, Van't Hoff, ya era wrightiano a causa de la publicación de Wasmuth, que le había regalado su padre. No sé si también había escuchado o leído a Berlage.
Los dibujos y fotos de la Bolsa de Ámsterdam son del libro de Sergio Polano, Hendrik Petrus Berlage, Opera completa, de Electa, Milán, 1987.