Historia de una gota de agua

Por Kheldar @KheldarArainai

No era una gota de agua cualquiera… Aunque tampoco era muy distinta de las demás gotas de agua. Lo que distingue a esta gota de agua de otras es tan abstracto como el pensamiento de que tanto helada como evaporada, sigue siendo la misma entidad…

La misma gota de agua.

(Photo credit: Wikipedia)

No era, como ya digo, muy distinta a las demás gotas… Pero había viajado. Había visto mundo. A pesar de ser mas bien poco aventurera, su vida estaba ligada al movimiento y al cambio desde que tenía memoria. Porque sí, tenía memoria…

De una historia muy curiosa.

Recordaba haber estado en lo más alto, flotando entre sus semejantes en una nube que nosotros veríamos algodonosa; con forma de cabeza de león, de perro tumbado, o una pareja abrazándose tal vez.

Recordaba que estando en lo más alto tuvo que caer, y así fue como empezó su viaje hacia lo más profundo.

Quiso la suerte que creyera en un huerto, donde penetró el suelo y quedó atrapada por no se sabe cuánto tiempo en una pequeña sima subterránea que regaba las raíces del huerto. No estaba sola allí, pero nadie le forzaba tampoco a mezclarse con las demás, fuera de lo estrictamente imprescindible.

Aún así… A ratos se mantenía aparte, entretenida en sus asuntos; en otros se relacionaba con sus congéneres. Un buen día, se sintió atraída hacia atrás y hacia arriba… Y se encontró pasando por las venas de un árbol.

Al pensar en ello se alegró, pues iba a servir para revitalizarlo.

Llegó un momento en que el árbol, en su proceso natural, había madurado ya sus frutos. Por aquel entonces nuestra gota aventurera estaba descansando cómodamente en el interior de uno de estos frutos… Una manzana, para ser más exactos.

Esta misma manzana caería tiempo después sobre la cabeza de un cierto hombre, que se haría famoso además, gracias a lo que en su momento fue visto como un accidente estúpido pero divertido… Pero le sirvió de inspiración.

La gota de agua sintió mayor regocijo al saber esto…

Y al verse viajando de nuevo, esta vez hacia el interior de alguien que se había comido su lugar de reposo… Sintió extrañeza. No sabía muy bien para qué iba a servir aquí… Pero no le preocupaba. Confiar en la vida le había hecho llegar siempre al lugar donde era requerida. Quiso la suerte que fuese a parar a los ojos, desde donde pudo ver el mundo según la perspectiva de un ser humano.

Un buen día, cuando su anfitrión rompió a llorar, fue a parar otra vez al camino… Pero esta vez no se filtró. Esa vez se evaporó, pues cayó sobre una lumbre (que, lejos de quemarla, se dedicó a darle una nueva oportunidad para ascender).

Cuando llegó a las nubes de nuevo, esta vez se encontró en una que recordaba a una montaña, o quizás a una estrella quebrada.

Allí pudo compartir su aventura, especial y al mismo tiempo no tanto…

Todas las gotas allí presentes tenían su propia historia que compartir. Y al compartir su historia, se daban cuenta de algo… Por vivir de acuerdo a la ley elemental y confiar en la vida, no eran olvidadas por esta. Por mantenerse humildes con la intención de servir en lo que pudieran; han estado donde fueron necesarias…

En lo más bajo, y en lo más alto.

En superficie y en profundidad.

(Photo credit: Wikipedia)

Formaron parte de seres más grandes en comparación a ellas (a su vez parte de algo más grande que ellos mismos); a los cuales pudieron transmitir una dosis de vitalidad, y de los que recibieron una transformación.

Y así siguen… Llegando a donde la vida les dice que son necesarias, ayudando a un propósito y cumpliendo así el suyo propio. Sin hacer ningún esfuerzo especial, pero con su propia y peculiar memoria. Sin pensar a propósito en ello.

Sin mayor afán de recompensa que de ser de utilidad.

Algunas veces, estas gotas caen sobre lugares donde aquella entidad que el ser humano conoce como “la palabra” intenta conservar una memoria y hacerla llegar hacia otros humanos. Y así, con su peculiar esencia, se impriman del sentido y el sentimiento de la palabra.

En cuanto a mí, y al motivo por el que narro esto… Supongo que en algún momento nuestras amigas aventureras han ido dejando en mí un poquito de esa esencia y de su historia. Tal vez debido a que podamos compartir hasta cierto grado y profundidad nuestra esencia, sea esto posible.

Compartir… ¿Saben realmente los humanos hacer algo así?

Me pregunto yo, y me gustaría saber… ¿Cuál es tu esencia, gentil acompañante?

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Un abrazo, y vuelve cuando quieras.

Kheldar

PD: El próximo día 26 de enero, unos cuantos viajeros nos juntaremos para conocer historias del camino y cultivarnos en el propósito y arte de compartir, entre otros. Más información aquí. Recuerda contactarnos si deseas acudir a nuestro encuentro.

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