Tras hacer un par de aviones de salida, todo normal y como de costumbre, llegaba la hora de quedarse a hacer horas extra..."Adrián, vas a coordinar una llegada", al oir eso, me relajé...pero al ver el indicativo del avión, me llevé el primer susto... RSB1046...¿y eso qué es?
Tras preguntar e investigar un poco, descubro que se trata de un Antonov 12, que es un carguero, el cual llega vacío y al llegar hay que cargarlo y repostarlo, yo me encargaré de coordinarlo todo y dejar a la tripulación lista para el vuelo de la noche a África.
Un par de minutos frente al ordenador del trabajo me permiten descubrir qué avión es...un cuatrimotor que debe tener más años que el aeropuerto jajaja.
De camino al parking voy pensando en que me voy a encontrar con una operación completamente nueva para mi, que los tripulantes serán todos de rusia, ucrania, etc... Y que me toca hablar con ellos en inglés si o si...
Es entonces cuando recuerdo mi paso por el campeonato del mundo de ultraligeros, donde conocí a muchos pilotos rusos, ucranianos y de europa del este. Este recuerdo me dibujó una sonrisa y es que aunque su aspecto rudo y fuerte pueda asustar, los que yo he conocido siempre han sido pilotos entrañables, muy cercanos y dispuestos a ayudar siempre que pueden.
De modo que allí esperé la llegada. Vi el avión aterrizar de lejos y me quedé alucinado al verlo entrar al párking asignado.
Minutos después, con el avión parado, empezó a bajar gente del avión, unos me preguntaban por el grupo eléctrico, otros por el combustible... A trompicones fui resolviendo con el walkie y el teléfono todo lo que me pedían.
Cuando el ritmo de trabajo descendió, no pude evitar acercarme a uno de los que parecía piloto y le pregunté si podía entrar al avión y ver la cabina. Sin dudarlo un segundo me ofreció subir por las escaleras que daban acceso al avión. Nada más abrir la puerta, me dio la impresión de abrir la puerta de un tren talgo más que la de un avión...menuda puerta...
Al abrir la puerta, fue como cruzar la línea del tiempo y trasladarme a la Guerra fría, los pilotos iban con un mono marrón, había 7 personas en el vuelo, comandante, piloto, comunicaciones, navegante, mecánicos e ingeniero. Al pasar hacia la zona de cabina me encuentro un saloncito, con su mesa de madera, más parecido a un camarote de un barco o a un tren de vapor que a un avión...no entendía nada...
Segundos después, llego a la cabina...y no hay palabras para describir lo que sentí...
El puesto para pilotar estaba como en una posición alzada, separados comandante y copiloto por aproximadamente un metro cada uno, en cada puesto había en el lateral sus cuatro palancas de gases, los instrumentos eran casi indescifrables, y no sólo por el lenguaje cirílico que tiene, si no porque son tantos, tan juntos y tan pequeños que no hay modo de entender nada.
A la derecha y detrás del copiloto había un puesto con una mesa, preparado para el encargado de las comunicaciones, ni en una mesa de sonido de un estudio de grabación hay tantos interruptores, botones, indicadores... Con los ojos como platos, continuaba mirando asombrado todo aquello...
Pero sin duda la sorpresa vino al descubrir el puesto del navegante...justo en el morro del avión...di por supuesto que era una posición que ya no usaban y que iba vacía, cuando lo pregunté, me dijo..."claro que se sigue usando, yo soy el que va ahí sentado" creo que casi se me para el corazón, agaché la cabeza y me introduje en esa especie de submundo en el morro del avión...no dejaba de imaginar lo que debía ser volar ahí y verlo...todo.
Como si estuviese magnetizado a la cabina, me resistía a salir, mirando embobado cada instrumento, cada botón y cada interruptor de un avión que parecía más un barco o un submarino de lo tosco que era todo.
Pasados los minutos bajé del avión y pude charlar con uno de los tripulantes, me contó que con ese avión cruzan el Atlántico y que ha llegado a cruzarlo 4 veces en una semana...de locos. Que es un avión que si lo llegas a dominar, Lugo cualquier otra cosa es sencilla, jajaja y no me extraña...
Llegó el momento de cargar el avión y no fue ni más ni menos que el propio comandante quien ayudaba a tirar de los palés de carga, y es que el mono caqui ya daba a entender que eran pilotos de los "currantes"
Yo seguía alucinando con todo aquello, el avión, el comandante tirando de la carga y el compartimento de carga que parecía más bien un barco de carga con su propia grúa instalada en elAvión, con su propia barra de pushback y con dos rampas para subir cualquier cosa que ruede...coches, tanques, excavadora...
Y es que estaba disfrutando de cada minuto junto a ese avión, sentía que elAvión y sus tripulantes eran un tesoro aeronáutico al que estaba teniendo acceso. Lástima no haber podido disponer de más tiempo para poder charlar más, conocer más el avión y alguna de esas historias que encierra un avión de carga tan especial.
Así es que ojalá pueda volver a verles pronto, y tenga la ocasión de conocer un poquito más de ellos y del avión.
Buenos vuelos, y buen viaje aviadores!!!