Historias trabajando con niños. Mi experiencia en una ONG (Parte 2)

Por Código Mente @codigomente

Como ya te conté en la parte 1 de mi experiencia en una Ong búlgara, estuve trabajando con las niñas que vivían en el centro de acogida. Son varias las anécdotas que tengo, así que te cuento sólo algunas de las historias con niños. Si también trabajas con preadolescentes ,  o los tienes cerca, ya sabrás que nunca dejarán de sorprenderte o de ponerte a prueba. Sin duda,  puedes aprender mucho de los niños. ¿Te ha ocurrido alguna historia parecida a las mías?

Anécdotas en la ong

  • Historia de las niñas que se agujereaban las orejas ellas solas.
  • Historia de la niña que desaparece y cuando vuelve dice que se casa en Italia.
  • Historia de la gran pelea entre los dos grupos de niñas.
  • Historia de cuando en lugar de aprender búlgaro aprendía gitano o dialecto.
  • Historia de la niña que quería que me fuera hora y media antes para fumar.
  • Historia de las niñas que se agujereaban las orejas ellas solas.

Un día, una de las niñas estaba triste porque había perdido uno de sus pendientes  y no tenía otros.  Para ellas no era fácil comprarse otros cuando quisieran. Así que le dije que le compraría unos nuevos a ella y por consiguiente, claro está, al resto de las niñas.

Una de las trabajadoras sociales ya me había advertido que si alguna vez hacía algún regalo, tenía que regalar a todas las niñas.  Para no hacer diferencias entre ellas y no se pusieran tristes o cogieran celos.

No se les olvidó mi promesa y a la tarde siguiente una de las niñas ya estaba esperando con cara más sonriente de lo normal esperando su regalo.

Cuando fui a comprar los pendientes, en el equivalente búlgaro de lo que aquí llamamos una tienda de chinos, había un pack de dos pares de pendientes al precio de un solo par y pensé: pues mejor para ellas, si se les vuelve a perder un pendiente, ya tienen otro de repuesto.

Cuando fui la siguiente tarde, después de hacer los regalos, las dos niñas a las que les había regalado los dos pares de pendientes, que en teoría tenían un sólo agujero a cada lado de la oreja, ahora llevaban dos agujeros en cada oreja, para poder llevar así los dos pares de pendientes. Una de las niñas, cuando digo niña me refiero que tendría unos 13 años, se había agujereado a sí misma y a la otra niña con un agujero perfecto, ni la oreja roja, ni sangre, ni aparente infección, ni “na”. Y a la mayor de 16 años le había hecho un “piercing” en el labio, con un pendiente normal de bolita. Dentro de mi asombro, le pregunté:

- pero ¿no te ha hecho daño?, ¿no has llorado?

Me dijo que  no,  que le habían hecho el agujero y a dormir tranquilamente.

Me quedé un poco impresionada, yo que les regalo dos pares de pendientes pensando que así tendrán de repuesto o para cambiar de vez en cuando y van y se hacen agujeros extras. No se me había ocurrido en absoluto que pudieran reaccionar así.

Pero vamos, que poco les duraron,  al día siguiente o a los dos días, la directora del centro les hizo quitar los pendientes y se quedaron sin ellos.

Aún así, días más tarde, una de las niñas me decía que si podía regalarle otros, unos chiquititos para ir al colegio que se los quitaría cuando estuviera en el centro y se los pondría sólo para ir a clase… Ayy

Al final, el último día que estuve, la directora le devolvió un par de pendientes a la niña de los que yo le había regalado.

  • Historia de la niña que desaparece y cuando vuelve dice que se casa en Italia.

Otro día, desapareció la niña más mayor, la de 16 años.  Tuvieron que acabar avisando a la policía para que la buscaran. Al cabo de un par de días apareció.

No me enteré bien del todo de las circunstancias de cómo apareció, porque no todo me lo explicaban. Pero lo que la chica me dijo era que se había ido con su “novio”, que éste le había comprado ropa, le había pagado la peluquería y se había teñido el pelo de morena…  Ella estaba supercontenta  y “supersonriente”. Además  volvía a casa con su familia y se iba a casar con su novio en Italia, porque ahora la familia de su novio y él vivían allí. Cuando me lo terminó de contar le dije:

-pero… tu eres pequeña.

-Noo, yo soy mayor. Pequeñas son ellas.-  decía señalando a las otras niñas de 12 años.

Algo más tarde pude hablar con la trabajadora social que estaba esa tarde y le dije que para mí, ella era pequeña para casarse. La mujer me dijo que ella no se iba a casar realmente, sino que volvía a casa con su familia y lo demás eran pajaritos que tenía en la cabeza.

La historia tuvo un final feliz, pero realmente la situación me pareció preocupante. A esa edad se creen que lo saben todo, que son mayores, pero a la vez pueden ser muy influenciables y quién sabe si podría haber acabado en alguna de esas mafias de tráfico de mujeres.

  • Historia de la gran pelea entre los dos grupos de niñas.

En la Casa de Acogida, el Crisis Centre, vivían niñas y adolescentes y también  madres con sus hijas. Podían llegar a convivir meses juntas, compartiendo habitación. Por lo que a veces, por las diferencias de carácter y tensiones, era una especie de gran hermano, otras la unión de una gran familia. Tengo en mi mente la imagen de las niñas, peinándose unas a otras y haciéndose trenzas, con ese cariño y ternura como si de dos hermanas se tratara. Una unión que de un día para otro podía romperse, cuando ya se sabía la decisión del juez. La niña iría con su tía, con su abuela o con otro miembro de la familia. El grupo perdía a uno de sus miembros, sin la certeza de si volverían a encontrarse.

Yo me preguntaba,  ¿Cómo les afectará a nivel psicológico todo esto, toda esta situación? Y ¿Qué posibles secuelas podrían tener en un futuro o en su desarrollo como personas? Estar separadas de sus padres y hermanos, otra ciudad, otro colegio, la gente con la que vive, va y viene y los trabajadores o voluntarios también…. Ya sé que es la situación que les ha tocado vivir. Y cierto es, que los niños asombran con su fortaleza para afrontar y aceptar las situaciones. Mayor incluso que gran parte de los adultos.

Bueno, la cuestión es que había claramente dos grupos: el de la niña con su madre y del del resto de las niñas.

La niña que estaba con su madre, se sentía más protegida frente a las otras niñas y ambas podían salir a dar una vuelta por el centro cuando quisieran, cumpliendo unos horarios claro.

Las niñas sin madre, aunque pudieran contar con el apoyo de las trabajadoras sociales, no era lo mismo que si contaran con el de su madre. Y sin acompañamiento por un adulto, no podían salir a dar una vuelta. Así que en general siempre había un cierto rifirrafe hacía la niña con madre, que era además la más pequeña de todas. En general eran buenas niñas y tenían buen comportamiento. Aunque se podía distinguir a la líder del grupo o el ligero confrontamiento que había a veces cuando otra de las niñas aspiraba a serlo.

El motivo real de la “gran pelea” que hubo, lo desconozco y sinceramente, tampoco me importaba mucho. Creo que fue un cúmulo de varias cosas y algo acabo detonándolo. Mi búlgaro no era tan bueno como para entender exactamente las cosas que se estaban echando en cara, y la trabajadora social de ése momento no hablaba inglés. Pero claramente estaba enfadado el grupo de las niñas hacia el de la madre y la hija.

Hubo una serie de cosas esa tarde. Le retiraron la silla a la niña cuando se iba a sentar, dándose en la cabeza y haciéndose daño, la madre y la hija tuvieron que estar encerradas en su cuarto, mientras las otras niñas estaban en la sala de al lado diciendo cancioncillas tontas con las que las insultaban, tuvieron que cenar por separado también… Yo me dividí entre los dos grupos, estando un rato con unas y otro con otras. Aunque el grupo de sólo niñas no quería que estuviera con el otro grupo. En fin, fue una tarde bastante tensa, no era lo habitual. Me fui a casa bastante preocupada.

Todo ello ocurrió un viernes, y el lunes cuando regresé, afortunadamente todo había cambiado a mejor. Se llevaban genial, mucho mejor que antes. La madre hasta jugaba y hacia cosquillas a las otras niñas. Con lo que  me imagino que habrían hablado con ellas el fin de semana o algo, pero la situación había mejorado sin duda y yo me alegré por ello.

  • Historia de cuando en lugar de aprender búlgaro aprendía gitano o dialecto.

Este caso más que una historia es algo anecdótico. Yo iba aprendiendo búlgaro poco a poco, con un libro y un CD que me compré. Pero sobretodo escuchando y escuchando a las niñas con las que estaba en la Ong.

La historia es que algunas de ellas hablaban gitano o dialectos. Y yo, por supuesto, no lo sabía.  Por ejemplo, la expresión, “para mi”, ellas decían na mene. O “para ti”, decían na teve. No me acuerdo bien cómo surgió en la conversación, pero hablándolo con unos amigos búlgaros, me dijeron: No es na mene, es za mene.  Y yo me quedé pensando… pero, ¡si las niñas dicen claramente na mene! Y ya me explicaron que eso sería de algún dialecto, pero que oficialmente era za mene.

Tu y yo que no somos búlgaros, nos puede parecer lo mismo y de hecho te entenderán, pero…  no. Al parecer no es lo mismo.

Otro día, una de las trabajadoras sociales le llamó la atención a una de las niñas, para que no hablara gipsy, que en Bulgaria se hablaba búlgaro. Yo me quedé algo extrañada porque para mí que estaba hablando búlgaro. Así que cuando pude estar a solas con ella, le pregunté:

-¿pero es que la niña no estaba hablando búlgaro?

-No, estaba hablando “gipsy” (gitano).

- ¿Y la otra niña con la que hablaba, también habla gipsy?

- No, no lo habla pero lo entiende.

Vamos, que yo no estoy segura acerca de si lo que aprendí fue búlgaro, dialecto de búlgaro o gypsy, pero me acabé comunicando con la gente, así que supongo que es lo que cuenta.

  •  Historia de la niña que quería que me fuera hora y media antes para fumar.

Esta es la última historia, y la más cortita. Una tarde la niña mayor de 16 años, se inventó una excusa de que tenía que irme a las 17h, cuando yo había llegado sobre las 16h, porque venía una de las directoras y entonces yo me tenía que ir. A mí nadie me había dicho nada de esto. Y cuando llegaron las 17h y vino la mujer, la niña le dijo a una de las trabajadoras sociales que yo había dicho que me quería ir ya. Y yo le tuve que decir que no, que no me quería ir. Hasta que al final la chica me dijo que si yo estaba dentro de la casa, ella no podía fumar, pero si estaba fuera, si. Yo no me fui evidentemente. Al final  acabamos jugando al escondite y un buen rato más tarde, acabó fumando en el baño. Ayy.