Hitler un drogadicto. ¿Y nosotros también?

Por La_penultima

Hacía unos días en La Vanguardia, y su revista Cultura|s aparecía un artículo sobre la drogadicción de Adolf Hitler que ha desvelado el periodista Norman Ohler en su libro " El gran delirio: Hitler, drogas y el III Reich " (Planeta).

Basándose en fuentes hasta ahora no utilizadas, Ohler no sólo profundiza en la drogadicción de Hitler, a quien su médico personal mantenía activo dándole hasta 74 estimulantes distintos, sino en la difusión del uso de metanfetamina entre la población alemana, y nos descubre que se administraron millones de dosis a las tropas que habían de resistir los tremendos esfuerzos que requería la realización de las campañas de la blitzkrieg (guerra relámpago).

Por suerte, los drogadictos de hoy no son "Hitler", ni muchísimo menos. De hecho, los drogadictos de hoy son muchísimo más.

Porque son personas que saben comprenderse, que saben escucharse, conocen sus errores, sus fuerzas, carencias y debilidades. Son personas que se apoyan los unos en los otros para ayudar a terceros y no hacer daño. Sí, justo al contrario de lo que se piensa en el imaginario colectivo. No lo crees, ¿verdad?
Pero, antes de explicarlo, creo conveniente poner lo más impactante de la publicación sobre la drogadicción de Hitler.

Ya que la drogadicción del Führer, y la Alemania de los años veinte era una gigantesca rave de ingesta galopante y afters. Ya en 1926 Alemania era líder mundial de exportación de heroína (Bayer la sintetizó en 1897), y dominaba el 80% del mercado mundial de la cocaína ("cocaína Merck", famosa por su pureza). En 1937 Fritz Hauschild, de Temmler, sintetizó la metanfetamina, que se comercializó con el nombre de Pervitin. Los nazis, vieron en aquel medicamento una antidroga multiuso que venderían como churros ( incluso salieron al mercado bombones de metanfetamina) y a partir del 1939 empezaron a considerar sus aplicaciones militares y ese mismo año empezaron a distribuirse la metanfetamina entre las tropas.

La Wehrmacht encargó 35 millones de pastillas de metanfetamina para emprender la invasión de Francia, que hoy podemos considerar como el avance empastillado de 60.000 techno-headz enloquecidos hacia Sedán, parando sólo en los parkings de las gasolineras.

Quizá lo que a Hitler y a sus tropas les pasó por la cabeza jamás podremos saberlo ni comprenderlo, pero una cosa está clara. Sin las drogas, el curso de la historia hubiera sido de otra manera. Como lo habría sido para el resto de los drogadictos que pululan por la vida.

Pero hay diferencias muy importantes entre un drogadicto; usuario o consumidor de drogas ( DSM V), que una persona que se siente drogadicto. El drogadicto del que hablamos es una persona que precisamente acepta que el modelo de vida en activo (usuario o consumidor de drogas) no lo desea a pesar de haberle tocado vivirla. Ya que nacer drogadicto no es una elección. Pero cuando aceptas lo que el directo de la vida ha hecho contigo, y que te ha tocado vivir esta enfermedad (DSM V), y aceptar que eres un drogadicto, es comienzar a recuperar un rincón que conoces muy bien de ti, pero que perdiste hace tiempo. Es una elección que depende de ti, y de las personas que te ayudarán en ese cambio. Y es entonces, cuando comienzas a verte como lo que realmente eres; una persona que siente dolor, porque comprendes que te han hecho daño y no quieres más. Es una liberación. La búsqueda ha terminado. Un camino hacia una paz interior. Conocer tus fuerzas y debilidades. Comprendes entonces, que todo tu anhelo tiene recompensa. Que tienen una fuerza de voluntad inconmensurable y que la esperanza es lo último que pierde un drogadicto. Además pueden llevar esa esperanza a muchas otras personas y ayudarlas en su camino hacia la paz interior y aquí comienza un viaje lleno de posibilidades, las que conocen ya millones de personas que si quiera pueden imaginar.

Cuento esto por varios motivos: el primero, esto de que identifiquen a Hitler con la drogadicción es contraproducente, estigmatizante. Hitler fue un drogadicto en activo, de acuerdo, pero somos los drogadictos deshabituados los que nos identificamos con la enfermedad. Quizá parezca sutil, pero al identificarnos con la drogadicción y decirnos que este personaje lo fue, y leyendo el artículo y cómo utilizan las palabras para referirse de manera despectiva a las personas que usan drogas, viendo las fotos que se publican respecto a los drogadictos en Google por poner un ejemplo, podemos hacernos a la idea del imaginario colectivo de lo que representa en nuestra sociedad un drogadicto y en la realidad no sucede así. Una persona en consumo no se considera un drogadicto, por el contrario, los deshabituados sí.

Segundo, quizá es hora de crear la primera asociación en 1ª persona con esta patología en España. Nuestros derechos están en manos de profesionales y de instituciones, pero que hay de nuestra voz. ¿Quien está trabajando por nuestros derechos? Si no somos nosotros, los propios implicados, no conseguiremos nada.

Y por último, quería volver a repetir que la drogadicción es una patología, una enfermedad mental diagnosticada en el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM V) Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. A continuación os dejo un archivo donde resume brevemente los diagnósticos establecidos en el DSM V.

Alex Martín

Fuentes: