Hola, tío!

Por Masqueudos

Últimamente me acuerdo mucho de ti pero, ¡cómo no hacerlo! si dejaste todo lleno de recuerdos: los calabacines del tío Manuel, los gatos del tío Manuel, la nave del tío Manuel… Cómo te cuidan todo, tío, a veces uno está regando, otro recogiendo la cosecha o simplemente a la puerta, donde te ponías tú, asomado al mundo pequeño de nuestra calle de Villaverde que tanto te gustaba.

Tienes que estar muy orgulloso de todo lo que dejaste. Dicen que uno no se va del todo hasta que le olvidan, y a ti te recuerda todo el mundo. Supongo que desde allá arribau estarás especialmente orgulloso de tus nietos: de Pablo y lo que cuida a los animales, con tanta sensibilidad y tanto cariño; de María y de Isabel, tan iguales y tan distintas a la vez, tan alocadas y responsables al mismo tiempo. Les veo sonreír, aunque a veces lo que duele va por dentro, pero siguen riendo y buscando con qué entretenerse.


Ahora tienes también una cabra, ¿sabes tío? Y la oigo balar por las mañanas y me imagino que si hubieras estado habrías ido con las dos muletas a verla todos los días, mientras de paso vigilabas que los calabacines estuvieran creciendo y que los gatos no se te colarán entre las piernas. Parece que te estoy viendo.


Por aquí todo sigue más o menos, el mundo es tan raro como cuando lo dejaste pero hay pequeños detalles que son los que nos dan esperanza. Por ejemplo, Isabelino y Encarna siguen paseando todos los días, hasta la nave de José Luis y vuelta. Y el sol sale como siempre y después por la tarde vuelve a ponerse. Eso no cambia. Se oyen las risas de los niños los fines de semana cuando corren por la calle o cuando se esconden en la cabaña. El panadero pasa a las 9:30h y también sigue viniendo el que vende la carne tan buena de Guijuelo.

Se te echa de menos pero estoy segura de que estarás bien allá arriba. A veces cuando veo pájaros me acuerdo de tu risa cuando le hacías fumar a los murciélagos. Dale muchos recuerdos a todos, muchos besos, especialmente a Lola y a Teo. Le dices al oído de mi parte que estoy segura de que, si hubiera estado, las cosas habrían sido diferentes. Pero nadie elige cuando se marcha, solo se puede aprender a tenerle presente.

Un abrazo enorme enorme enorme.

Me avisas cuando te llegue.