La huelga sólo ha sido seguida por aquellos trabajadores a los que los piquetes impidieron el acceso al puesto de trabajo y lamento lo mucho que le va a costar a nuestro país recuperarse de las pérdidas ocasionadas por la convocatoria. Lo que es verdad es que la vamos a pagar todos los españoles y va a ser muy mala para España.
De las pérdidas que las quiebras de sus empresas han significado para clientes y proveedores y de las cantidades que el fondo de garantía salarial deberá abonar a sus ex trabajadores, Díaz Ferrán, por supuesto, no dijo nada.
No entiendo mucho estas declaraciones. Tonto que debo ser puesto que si la huelga no ha existido o si su incidencia ha sido mínima, las pérdidas ocasionadas por el paro imaginario no deben ser muy cuantiosas.
La verdad de todo esto es que la huelga general del 14 de diciembre de 2010 es difícil de explicar. Ni éxito rotundo ni fracaso absoluto. La edición del diario EL PAÍS del miércoles reconocía que casi el 40% de sus trabajadores había secundado el paro y el delgadísimo periódico de ese día lo conseguí por la tarde. En la mayoría de quioscos la prensa diaria no había sido repartida por la mañana.
Los aeropuertos y las estaciones de tren funcionaron a medio gas. El tráfico de la mañana, al menos en Madrid, fue completamente fluido (lo que indica que un sensible porcentaje de gente y la mayoría del transporte escolar no acudió ese día a sus trabajos), el consumo nacional de energía se sitúo en niveles de domingo, la industria paró casi completamente, el apoyo de los estudiantes al paro duplicó al de sus profesores y dos cadenas de televisión autonómica (Telemadrid y Canal Sur) no emitieron durante todo el día.
Intenté (sin mucho éxito, son pequeños aún) explicar a mis hijos el significado hermoso de la palabra huelga, el orgullo de pertenecer al grupo de los que siempre suelen perder, la poética de intentar cambiar lo que parece inevitable y por la noche volví a ver ¡Qué verde era mi valle!, la tristemente hermosa película del gran Ford, todavía impresionado por la imagen de un grupo de niños acudiendo al encuentro con sus padres mineros que salían al exterior con la satisfacción de haber logrado la aprobación del Real Decreto del Carbón, tras 28 días de encierro en el pozo Las Cuevas de Velilla del Río Carrión (Palencia, España) http://www.rtvcyl.es/fichaNoticia.cfm/CASTILLA%20Y%20LE%C3%93N/20100929/CASTILLA%20Y%20Le%C3%93N/mineros/palentinos/salen/encierro/satisfaccion/aprobacion/decreto/5D4544AE-FC5F-0235-E7FBCD5A74E3D7D8.
Luis Cercós (LC-Architects)
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