En este original edificio encontramos superficies ondulantes, cubiertas con vegetación, árboles en el interior que sacan sus ramas por las ventanas, y gran variedad de colores y formas. Para nada se trata de un edificio ortogonal, racional y sencillo. El arquitecto defendía que los edificios tenían que ser más humanos y menos estandarizados, como habían venido siendo desde el principio de la industrialización. Según él, la miseria humana era el resultado de una arquitectura monótona, estéril y repetitiva, y por esto rechazó siempre la linea recta, los colores monótonos y los edificios sin vegetación.
Desde Escenarq aconsejamos su visita y su estudio, como ejemplo llevado al extremo de que la arquitectura puede ser un elemento que combine la funcionalidad y la estética, siendo un arte que nos rodea durante todo el día y que influye en nuestro comportamiento y nuestro bienestar.