El trabajo del Instituto Blavatnik de la Facultad de
Medicina de Harvard publicado hoy en la revista Cell, identificó defectos en los genes
específicos Mecp2 y Gabrb3 como los impulsores subyacentes de la sensibilidad
táctil anormal. Su ausencia en las neuronas periféricas, disminuye la actividad
del neurotransmisor GABA, que reduce la señalización nerviosa y regula la comunicación
de nervio a nervio en la médula espinal y el cerebro. La baja actividad del
receptor GABA en las neuronas sensoriales periféricas subyace a la señalización
neuronal aberrante y la activación hiperactiva de las células nerviosas en la médula
espinal es lo que conduce a una mayor
sensibilidad al tacto. Los experimentos
revelaron que los animales que carecían de los genes Mecp2, Gabrb3 y Shank3
solo en sus neuronas periféricas tenían alteraciones marcadas en los circuitos
cerebrales que regulan y procesan la sensación táctil. La restauración de la
presencia de estos genes en las neuronas periféricas mejoró el desarrollo y la
función del circuito en los cerebros de los ratones recién nacidos y
restableció la sensibilidad táctil normal. Uno de los desafíos actuales en el
tratamiento de la hipersensibilidad táctil se deriva del hecho de que los
fármacos moduladores de GABA actuales que a veces se usan para tratar la
afección cruzan la barrera hematoencefálica y causan sedación y problemas
cognitivos. Los investigadores utilizaron la isoguvacina, un compuesto experimental
que activa los receptores GABA pero que es incapaz de atravesar la barrera
hematoencefálica. El tratamiento con isoguvacina normalizo la sensibilidad al
tacto en animales con características de trastornos del espectro autista e
incluso atenúo la ansiedad y las anormalidades en ciertos comportamientos sociales.
Los resultados, podrían ayudar al desarrollo de tratamientos que recapitulen
los efectos del medicamento.