Imagen e imaginación

Por Lasnuevemusas @semanario9musas
Para tomar una fotografía se requiere cierto grado de imaginación, ya que la foto que finalmente se obtenga nunca será una copia fiel de la realidad (empezando por la reducción de las tres dimensiones de nuestro mundo, a las dos dimensiones de la imagen), por lo que el fotógrafo debe hacerse en su cabeza, una idea de la imagen deseada antes de realizar la toma.

Este ejercicio de previsualización puede requerir un mayor o menor esfuerzo, dependiendo de ciertas características de la escena.

En primera instancia, tenemos aquellas fotografías que nacen cuando el fotógrafo ve algo que llama su atención, una situación, un paisaje, una expresión en un rostro, y lo motiva a retratarlo. En estos casos, resulta relativamente sencillo hacerse la idea de cómo va salir la foto, ya que los elementos que van a componer la imagen están allí, desde antes de la toma. De hecho, la previsualización suele surgir incluso antes de la decisión de tomar la foto. Algunas veces mucho tiempo antes, por ejemplo, si vemos un paisaje que nos gusta y no tenemos la cámara a mano, podemos tomarnos el tiempo de buscarla, o incluso de volver otro día. En otras, apenas un instante, como cuando un reportero gráfico o fotógrafo callejero ve el momento preciso a través del lente. Pero siempre se estaría dando el siguiente orden: el fotógrafo ve la escena a fotografiar, imagina la foto y luego realiza la toma.

Otro caso distinto, son aquellas fotos que requieren cierta intervención de la escena por parte del fotógrafo. Esta intervención puede implicar sólo un cambio parcial, moviendo, eliminando o modificando uno o varios objetos que ya estaban allí, para que no moleste en la composición buscada, o agregando elementos que no pertenecían a la escena original, por ejemplo, una persona que haga de modelo. Pero también puede ser que el fotógrafo deba crear la escena desde cero, como sucede cuando se realiza una sesión de toma en estudio. Este tipo de fotografías precisan un ejercicio de visualización un poco mayor, ya que el fotógrafo debe concebir la imagen en su mente antes de verla plasmada en la escena. Eso sí, al momento de la toma, puede ver a través del visor de la cámara la imagen que será registrada, pudiendo hacer alguna corrección de último momento. El orden quedaría entonces de esta manera: el fotógrafo imagina la foto, arma y ve la escena a fotografiar y finalmente realiza la toma.

Pero hay otro tipo de fotografías que demandan un esfuerzo de imaginación de otro nivel. Son aquellas que intentan registrar con la cámara situaciones que no son perceptibles por el ojo humano. La mayoría de los casos a los que me refiero tienen relación directa con un aspecto muy propio de la fotografía: la duración del tiempo de exposición. Nosotros vemos la realidad en movimiento, mientras que la fotografía nos presenta una imagen estática. Pero la captura no es instantánea, sino que comprime en un único registro, todo lo que fue sucediendo delante del lente, en un periodo determinado. Este lapso suele ser muy pequeño, una fracción de segundo, suficiente para obtener una foto que represente la realidad más o menos como estamos acostumbrados a verla. Pero cuando se utilizan tiempos de exposición extremadamente cortos, digamos menores a la diezmilésima parte de un segundo, se pueden capturar sucesos que, por lo brevísimo de su duración, no son posibles de ver a simple vista. Por ejemplo, el preciso instante de una bala atravesando una manzana, o la forma que adquiere un globo al pincharse. Claro, este tipo de fotografía suele ser experimental, requiere algún equipo especial, y la imagen nos sorprende al constatar el resultado, sin exigir una previsualización por parte del fotógrafo.

Distinto es el caso del uso creativo de tiempos de exposición intencionalmente largos. Con este recuso se generan imágenes que no tienen su correlato directo con un único instante de la realidad, ya que en una fotografía quedan plasmados los diferentes estados por los que fue transcurriendo la escena mientras permaneció abierto el obturador. Sí, la foto movida, el registro del movimiento, no el objeto como tal, sino la estela que deja a su paso. No es posible visualizar este efecto por el visor, ni conocer con certeza el resultado. El fotógrafo sólo cuenta con su imaginación para figurarse su obra y componer el cuadro. Y recién podría constatar si obtuvo lo que buscaba, después de haber realizado el disparo, después que el movimiento haya sucedido, después de que la acción haya transcurrido, pudiendo ser demasiado tarde para repetir la foto. Claro, en la fotografía digital eso es apenas segundos después de la toma, pero con la fotografía analógica, hay que esperar el revelado para ver el resultado.

Mientras que en los casos que vimos recién, todos los elementos que componen la imagen están allí, delante de la cámara, al momento de la toma, los percibamos o no, hay otras fotografías que requieren de un procesado posterior para finalizar la obra. La fotografía que el autor imaginó, recién llega a tomar forma luego de la alteración y/o combinación de una o varias imágenes, ya sea digitalmente por medio de una computadora, o químicamente en un cuarto oscuro.

Cualquiera sea el caso de tu próxima foto, la creatividad y la imaginación son el único límite.

Ariel Till

Un poco de mí

En la Historia del constitucionalismo español existe un documento poco conocido, el Acta adicional de 1856, que modificaba en algunos puntos la Constitución moderada de 1845, recogiendo algunos aspectos de la...

Los espejismos son un fenómeno fascinante, una rareza que nos revela que la imaginación no tiene límites. Aunque en realidad son producto de una tergiversación de la realidad producida por nuestro cerebro- y existe una...

Descubrí esta novelita hace tiempo en las novedades de El Corte Inglés y me llamó la atención por su aspecto externo, así como por la leyenda que la acompañaba: "Una novela de culto sobre el abuso emocional que ha...