El mítico circuito italiano, que en las 67 temporadas de historia de la Fórmula 1 sólo ha estado ausente en la mencionada 1980, lleva unos años en la cuerda floja, peleando con Bernie Ecclestone sobre las tasas a pagar, y varias fuentes italianas apuntaban a que el circuito no podría hacer frente a las mismas en 2017, tras la reducción del aporte gubernamental. Mugello ha salido a la palestra como una posibilidad, y las conversaciones siguen su curso para evitar tal desenlace, pero en Imola le han visto las orejas al lobo y, según informa Autosport, el circuito está más que dispuesto a heredar el contrato del Gran Premio de Italia a partir de la próxima temporada e incluso habría iniciado ya los contactos con Ecclestone.
Desde su último Gran Premio, en 2006, las instalaciones de Imola han sido ampliamente remodeladas. El circuito cuenta con un paddock completamente reconstruido, tras demoler el anterior; unos pits más espaciosos y un ligero rediseño del trazado, que prescinde de la última chicane, por lo que los coches pueden ir pie a fondo desde la doble curva a izquierdas de Rivazza hasta la chicane de Tamburello, todo ello con unas medias de velocidad cercanas a las de la versión original, usada hasta el fatídico 1994.
La GP2 ya tuvo la oportunidad de correr en este trazado en 2011, cuando Imola tuvo que ejercer como última carrera de emergencia de la desaparecida Asia Series, y categorías como la Formula 3 europea o el Mundial de Superbikes han competido en él recintemente, con gran éxito. Ahora sólo queda esperar acontecimientos. La Fórmula 1 perdería gran parte de su ser sin su templo de la velocidad, pero, si un circuito tiene la entidad para sustituirlo, ese es Imola.