El estudio es largo, profundo, y me ha animado a escribir este post, en el que daré mi opinión, no sólo respecto del copago (o co-pago como prefieren algunos) sino de las cuatro recomendaciones finales que los autores del mismo ponen sobre la mesa.
La primera recomendación del estudio es que “La formación para el empleo en España necesita mayores recursos y estabilidad normativa“. El titular me lleva a plantearme tres cuestiones ¿cuántos mayores recursos?, ¿para qué mayores recursos? y ¿quién pondrá esos mayores recursos?.
El documento no establece cuánto mayores deben ser los recursos, aunque paradójicamente sí indica las fuentes de las que podrían salir:
- presupuestos generales estatales y autonómicos (tanto directamente como indirectamente vía reducciones en el Impuesto de Sociedades y en el IRPF),
- la mejora de la gestión del sistema de formación,
- y el co-pago por parte de empresas y trabajadores (solo para cursos complejos, de mayor valor añadido y dirigidos a los más cualificados).
Yo personalmente no entiendo esta propuesta ya que si por un lado voy a tener que co-pagar y, por otro, me descuentan de los impuestos una parte de lo co-pagado lo que hago es cargar a la Administración Pública de trabajo duplicado: verificar lo co-pagado y lo co-descontado. Me parece un artificio. Además el co-pago ya existe hoy en día, pues para esas formaciones de alto valor añadido, a día de hoy, los módulos económicos máximos obligan a que la empresa corra con una cofinanciación importante.
Por otra parte el co-pago en la formación de demanda me parecería fuera de lugar.
¿Para qué esos mayores recursos? pues para incrementar el número de personas formadas, mejorar la calidad de las acciones e incrementar el número de acreditaciones de competencia profesional. Se propone, y me parece en principio bien, que se aporten recursos para que los autónomos puedan beneficiarse de la formación continua (matizando el cómo, por supuesto). Se indica también que esos recursos se deberían también orientar al desarrollo de modalidades no presenciales y paliar el déficit de contenidos digitales, propuesta que personalmente creo muy discutible (ojo al e-reading) y en la que se le ve un poco el plumero a la Fundación élogos…
La segunda recomendación propone “Facilitar a las pymes su acceso a la formación en el empleo“. Bueno, creo que las pymes tienen acceso, pero lo que no tienen es el convencimiento de que la formación les aporte algo valioso. El razonamiento es simple ¿pensáis que si el gerente de una micro-pyme tuviera claro que dando a sus trabajadores un curso que le cuesta 1000 €, aumentara su beneficio neto en 5000 €, no lo impartiría?. El tema está en que le hemos bombardeado con el mensaje de “te cuesta 1000 €, pero luego te los bonificas; total, que te sale gratis”. Y probablemente el gerente piense “ya; me sale gratis, pero prefiero que estén trabajando y no perdiendo el tiempo contigo en el cursito. Si quieren un curso que lo hagan en su tiempo libre”.
Tercera recomendación: “Intensificar el uso de las nuevas tecnologías en la formación para el empleo“. De nuevo élogos arrima el ascua a su sardina. Me parece bien, que para eso han pagado el estudio. Pero que afirmen que “la formación “de presencia” se ha demostrado en la práctica que es de escasa utilidad” es, en mi opinión, una barbaridad. La formación es útil o inútil no por la modalidad en que se imparte, sino por la calidad de la estrategia pedagógica elegida. Y parte de esa estrategia pedagógica pasa por identificar la modalidad más adecuada, que a veces será el e-learning y otras muchas no. De hecho, no creo que el autor de esa frase se sintiera muy relajado si le tuviera que colocar una sonda uretral un recién titulado en enfermería que cursó toda la carrera por e-learning puro (ni blended ni nada, que la presencia es de escasa utilidad).
Cuarta recomendación, que dice “Mejorar la calidad de la formación para el empleo y adecuarla a la demanda empresarial“. Me quedo con la siguiente frase, que comparto y defiendo “es preciso exigir al sistema que de un paso más, y que no sólo se garantice la máxima calidad en la impartición y la gestión de la formación, con los instrumentos de transparencia y control ya eficazmente implementados hace varios años, sino logrando que exista una conocida y medible relación entre la inversión formativa y la mejora del desempeño individual y organizativo en las empresas“. El eterno talón de Aquiles, la medida del retorno de la inversión en formación.
Un saludo.