Impulsar un pensamiento crítico en nuestra sociedad

Por Miguel @MiguelJaraBlog

La televisión pública vasca ha emitido un programa centrado en la industria farmacéutica y otros temas sanitarios polémicos titulado “¿Salud de consumo?”. Lo he visto, entero. Me ha parecido bastante ecuánime, representa bien la opinión de la calle, el análisis de lo que pasó con la Gripe A es perfecto. También me ha gustado cómo un médico y catedrático define qué es la medicalización de la vida, certero en el cariz que están tomando las denominadas enfermedades mentales:

“cuando discrepas en tus ideas de lo que es el dogma oficial resulta que tienes una enfermedad mental”.

Se trata muy bien ese asunto. También se comenta sobre que puede haber algún caso de médicos que se dejan sobornar o que ha habido ocultación de información sobre la parte negativa de los medicamentos y tiende a minimizarse esto cuando al menos por mi experiencia ya de años investigando esto no es así. No son problemas minoritarios. No sabría decir con exactitud hasta qué punto llegan -yo guardo listados enteros de médicos, (ahora el asunto se traslada a las farmacias) que taruguean, provenientes de los laboratorios- pero con seguridad más de lo que creemos y obviarlo es muy peligroso.

Se reconoce una crisis de confianza de la ciudadanía, por ejemplo, hacia las vacunas. Sólo habría que repasar los minutos anteriores del programa para entender porqué. La falta de transparencia de la industria y de capacidad de los políticos para exigirla la ha provocado. En parte por ello la población busca otros tipos de medicina o maneras de intentar sanar que como mínimo no hagan daño (primum non nocere) incluso aunque existan terapias no comprobadas, que pueden funcionar, aunque sería deseable y exigible en un contexto más igualitario, más ciencia sobre ellas.

El video llega a un punto demagógico al sacar a la monja Teresa Forcades que, aparte de monja, es médica y Doctora en Salud Pública y si no recuerdo mal, escribo de memoria, cuando hizo su denuncia sobre el montaje de la Gripe A no habló de una “conspiración para reducir la población” (y si lo hubiera hecho sería absurdo) y se la intenta desacreditar “acusándola” de estar en conferencias con personas que dicen cosas que a mí particularmente me resultan extrañas. Como si participar en una conferencia con personas con las que puedes o no estar de acuerdo te asociara a ellas. Como si el medio hiciera a la persona. Como si, catalogan mis ideas por la ideología que puedan tener los medios de comunicación o empresas en las que trabajo. Eso es fanatismo y denigrar una monja porque es monja no deja de ser un acto religioso aunque tu religión sea el ateísmo.

Tras ver el programa me queda es un regusto a: “las cosas malas que hace la industria farmacéutica no son tantas y el problema es que no comunica lo suficientemente bien lo bueno que hace”.

Esto lo he escuchado muchas veces y es lo que suele decir la industria. Pues no hay problema, laboratorios que antepongan los intereses de las personas a los económicos yo me ofrezco a llevarles la comunicación. Por supuesto que hay una industria sanitaria que ha aportado mucho a la humanidad, claro (sólo faltaría con tantos años de existencia, tantas compañías, tantos empleados, tanto presupuesto) pero la ciudadanía tiene derecho a saber la verdad o al menos la parte de verdad que, por lo general, muchas empresas no les van a contar porque en el fondo nuestra salud se ha convertido en un negocio. Si fuera un derecho seguramente defenderíamos, al igual que hacemos con la educación y la propia sanidad, la existencia de laboratorios públicos e instituciones públicas independientes al menos para cubrir las necesidades de la población.

Creo que es necesario ser más críticos, más escépticos, impulsar un pensamiento crítico en nuestra sociedad para, como se dice en el documental, separar el grano de la paja y que los ciudadanos tengamos el control de la salud y los demás agentes estén a nuestro servicio y no al revés.

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